sábado, 5 de diciembre de 2009

Los imperdonables

La República
19 de octubre de 2008


A estas alturas ya no queda duda de que los responsables de la más grande crisis financiera de los últimos tiempos –que empezó en EEUU y se esparció por todo el mundo– fueron los directivos de las grandes firmas del sistema norteamericano. Lo paradójico del asunto es que la mayoría de esos ejecutivos se fueron a sus casas con astronómicas indemnizaciones. Todos perdieron, menos ellos.

Por Raúl Mendoza

Una semana después de que el Tesoro estadounidense salvó de la quiebra a la firma AIG, inyectándole 85 mil millones de dólares, los máximos directivos de la aseguradora gringa se fueron a pasar un fin de semana a un exclusivo hotel de California con habitaciones que valían 1,500 dólares la noche y comodidades VIP.

Al final los gastos ascendieron a 440 mil dólares, contando servicios como "manicura, tratamientos faciales, pedicuras y masajes" para desestresarse. El episodio grafica la despreocupación con que algunos directivos asumieron el colapso del sistema financiero norteamericano. Y eso que eran los principales responsables.

Sin embargo, no ha sido lo más grave. Cuando inmobiliarias, empresas aseguradoras y bancos de inversión empezaron a venirse abajo, las firmas siguieron siendo generosas con sus ejecutivos, a pesar de su negligencia. Stanley O’Neal, el máximo funcionario de Merryll Lynch, se fue de la firma con ¡161 millones de dólares! por sus servicios.

El hombre, de 56 años, nieto de esclavos libertos, nacido pobre en Alabama, que empezó como trabajador en General Motors, fue el ideólogo de poner el dinero de la firma en las hipotecas subprime que a la larga generaron la crisis. Su firma perdió 7 mil 777 millones de dólares, pero él no parecía triste cuando se fue.

Un reciente artículo de El País lo describe a él y otros "tigres" de las finanzas: "Gozan de privilegios y prebendas: sueldos estratosféricos, planes de incentivos, vacaciones, jets privados y club de campo a costa de la empresa. Y no tienen casi ninguna responsabilidad.

Si las acciones suben son quienes más ganan gracias a los programas de ‘opciones sobre acciones’ –que los hacen copropietarios de la empresa–. (…) Si la cotización se derrumba o si las firmas quiebran y los accionistas pierden todo, ellos también ganan. En caso de despido, tienen claúsulas que les aseguran indemnizaciones millonarias. (…) Han salido por la puerta de atrás y con las billeteras llenas".

Otros responsables de que el sistema ‘gringo’ tambaleara –y con ellos bancos y bolsas de valores de todo el mundo– han sido Charles Prince, máximo directivo de Citigroup, y Richard S. Fuld, su similar en el banco de inversión Lehman Brothers. Para retirarse ambos recibieron 40 millones de dólares cada uno.

Fuld, cuya desastrosa gestión terminó con el cierre del banco de inversión más antiguo de Estados Unidos (fue fundado en 1850), ganaba 17 mil dólares cada hora. Y hay más. Una investigación del Congreso norteamericano puso al descubierto que la cúpula directiva de Lehman Brothers –Fuld entre ellos– aprobó bonos por millones de dólares para los ejecutivos que salieran de la empresa mientras negociaban con las autoridades federales el rescate de la quiebra. ¿De quién era el dinero? De los sufridos inversionistas.

El campeón de bridge

La irresponsabilidad de estos CEO (Chief Executive Officer, o consejero delegado en español) ha quedado documentada. En julio l 2007 los inversores de Bear Stearns comenzaron a reclamar el dinero de dos fondos de alto riesgo destapando los problemas de liquidez de la firma. Su máximo directivo, James Cayne, estaba jugando un torneo de bridge en Nashville y mientras sus ejecutivos negociaban una solución él se negaba a responder el teléfono móvil o revisar su e-mail. Los fondos colapsaron. Bajo su , Bear Stearns, el mayor banco de inversión de EEUU, pasó de valer 21 mil millones de dólares a solo 200 millones, cifra en que fue comprado por JP Morgan. A Cayne lo ‘liquidaron’ con 38 millones de dólares y vendió sus acciones por 60 millones más.

Todo por dinero

"Las cinco mayores firmas financieras de Wall Street: Merrill Lynch, JP Morgan, Lehman Brothers, Bear Stearns y Citigroup, pagaron más de 3 mil millones de dólares en los últimos cinco años a sus máximos ejecutivos, justo en el periodo en que estos se dedicaron a inflar las cuentas, empaquetando en fondos y otros activos opacos, préstamos incobrables que han derivado en la mayor crisis financiera de la historia", dice El País. Todos los empleados de estos bancos recibieron en conjunto 66 mil millones de dólares en 2007, de ellos 39 mil en bonos. "Como su sueldo dependía de lo que ganara la empresa, hincharon artificialmente las cuentas". He ahí la raíz de la crisis que aún hoy mantiene en vilo al mundo.

En 1976 un alto ejecutivo ganaba una remuneración 36 veces más alta que el sueldo promedio de un trabajador de la empresa. En el 2007 cada directivo recibió 275 veces más que la retribución de sus trabajadores. La crisis no ha cambiado la tendencia entre los directivos de las empresas que sobreviven: John Thain, el sucesor de O’Neal en Merrill Lynch, negoció un contrato de 200 millones de dólares para él y dos ejecutivos que contrató si los despiden. De la crisis que demandó 700 mil millones de dólares de rescate, los únicos que no han perdido un dólar son los que la ocasionaron.

Hoy el FBI examina posibles fraudes cometidos por Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman Brothers y la aseguradora AIG. También investiga a bancos que otorgaron créditos "maliciosos" y a los que negociaron esos títulos. Han citado a declarar a 406 personas acusadas de fraude, pero no se sabe si habrá cargos contra muchos de estos directivos. El País recuerda el asalto al tren de Glasgow, Escocia, donde se llevaron 60 millones de dólares, el robo del siglo. "¿Cómo llamaremos a las hazañas de los villanos de Wall Street?", dice. Esos villanos descansan, millonarios y despreocupados.

¿Falta de control?

Para algunos analistas los culpables de la debacle financiera norteamericana no están únicamente en los bancos sino también en las instituciones gubernamentales. Muchos funcionarios públicos, por interés personal o razones ideológicas, no cumplieron su responsabilidad de regular y supervisar adecuadamente el mercado.

Una de las principales entidades encargadas de la regulación financiera en los Estados Unidos es el Departamento del Tesoro, dirigido por Henry M. Paulson, quien fue presidente de Goldman Sachs, uno de los mayores bancos de inversión del mundo. El Subsecretario Robert M. Kimmitt ha sido, a su vez, director de Lehman Brothers. De igual manera, dos de los más importantes funcionarios de esta oficina son Jeremiah Norton, subdirector, y Jeffrey Stoltzfoos, asesor principal. Ambos fueron ejecutivos del banco J.P. Morgan y Merril Lynch.

"¿Cómo entenderán y aplicarán la regulación y supervisión estas personas que vienen del mundo privado de las finanzas? ¿Es posible pensar en una verdadera regulación cuando reguladores y regulados comparten antecedentes, puntos de vista e intereses", se pregunta una publicación en internet.

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