lunes, 25 de abril de 2011

Los sueños y la viabilidad de la “Pensión 65”

LUNES 25 DE ABRIL DE 2011

Fuente Actualidad Económica del Perú
Edgardo Cruzado Silverii

Abril empieza a despedirse y la campaña se calienta, la semana pasada, en medio del descanso por semana santa, hemos presenciado un carga montón contra la propuesta de establecer una pensión para los mayores de 65 años de Ollanta Humala.

El primer cuestionamiento vino de un ex funcionario del MEF  señalando que la pensión 65 es simplemente inviable. La caja fiscal  no podría soportar la carga que representa este gasto y su aplicación implica incentivos perversos para el sistema contributivo de pensiones.

Este comentario no tiene bases sólidas. Según la Organización Internacional del Trabajo “…existe  un amplio consenso sobre la utilidad de un régimen de pensiones no contributivas como política pública dirigida a mitigar la baja cobertura de los regímenes contributivos, así como, evitar o atenuar las situaciones de pobreza entre los adultos mayores” (“Viabilidad de las pensiones no contributivas en el Perú. Proyecciones demográficas y financieras”, del 2008).

Según la OIT el establecimiento de la Pensión 65, en su propuesta S/.100 mensuales para los adultos pobres,  implica un costo menor al 0.15% del PBI anual promedio desde ahora hasta el 2050. Es decir, su costo es menor al actual Programa Juntos, solo un poco más que el actual gasto público en el programa de vaso de leche y, aproximadamente, menos de un tercio de la reducción del 1% del IGV realizada por este gobierno.

El cuestionamiento también señala que al dar una pensión “gratis”, las personas pierden el interés de asegurarse recursos para su vejez, es decir, la pensión no contributiva genera un desincentivo a aportar. Al respecto, el estudio señala que tampoco es cierto. Una asignación relativamente baja (como son 100 o 200 soles) no representa un incentivo para que los trabajadores eviten aportar para obtener una pensión adecuada para su futuro.

El segundo cuestionamiento, menos enfocado en la propuesta y dirigido a poner en la mesa más miedo que debate, ha sido mezclar pensión 65 con la protección de los fondos privados de pensiones. El objetivo ha sido confundir a los electores, sembrando la duda del origen de los recursos para financiar la pensión 65, diciendo que serían expropiados de los fondos privados de pensiones.

La verdad, como lo dice el informe 99 de la Defensoría del Pueblo, es que el actual sistema de pensiones deja a buena parte de los peruanos. Pensión 65 es una corrección de emergencia y necesaria, pero queda pendiente una reforma a fondo del sistema contributivo, como esta es caro y de baja cobertura. De esto nos ocuparemos en otro artículo. 

La verdad sobre Pensión 65 y la reforma pensionaria de Gana Perú

SÁBADO 23 DE ABRIL DE 2011

Fuente Actualidad Económica del Perú
Por Félix Jiménez

Varios medios de comunicación afirman que Gana Perú utilizará los aportes de los trabajadores al sistema Privado de Pensiones. ¿Esto es cierto?

No es cierto. En ninguna parte del plan se dice tal cosa. Por principio y respeto a los ahorristas nunca se ha pensado en utilizar sus ahorros que por ley son intangibles. Este infundio es parte de la campaña de miedo dirigida a indisponer al electorado contra nuestro candidato Ollanta Humala. Sospecho que esta es una campaña orquestada desde los predios del fujimorismo. Después que su candidata incluyera en el documento de PPK la frase “respeto absoluto de los ahorros”, cierta prensa inició esta campaña difamatoria. En el colmo de la ignorancia de la aritmética un diario señalaba en primera página que nuestro programa Pensión 65 costaría 14 mil millones de soles. Esta campaña sigue. Hoy la prensa anuncia que el Ministro de Economía tendrá lista la próxima semana el proyecto de ley para blindar el fondo privado que administran las AFP. Esta es una intromisión irresponsable que viola la neutralidad que según ley debe mantener el ejecutivo y que se basa en una mentira, en una interpretación calumniosa de nuestra propuesta. 

Yo señalo a este Ministro y al jefe de la SBS que acaba de sumarse a este coro del cinismo, como los principales responsables de los problemas financieros que puedan ocurrir. Espero que intervengan las autoridades electorales y que el Congreso cite a este Ministro a informar con detalle sobre lo que quiere hacer.

Precise, por favor, si usarán los fondos del SPP para el programa planteado como Pensión 65. Explique, por favor esta propuesta y su financiamiento.

No se usarán los fondos del SPP para ningún programa social. Nuestro programa Pensión 65 está dirigido a los adultos mayores de 65 años que no tienen pensión o ningún ingreso. Este programa es promovido por instituciones multilaterales como el Banco Mundial y la OIT. Se trata de una pensión no contributiva que ayuda a la reducción de la pobreza. Ayuda a la recuperación de la dignidad de los ancianos y es un factor de demanda que contribuye a impulsar la producción y el desarrollo del mercado interno. En tanto factor de demanda genera un retorno al tesoro a través del IGV y del ISC. 

De acuerdo a estimaciones recientes habría 1’836,240 personas mayores de 65 años. Descontando a los que reciben pensión de la ONP y de las AFP, los adultos mayores de 65 años sin protección social son 1’259,945. Con una pensión de 250 soles, el costo anual de nuestro programa Pensión 65 es de 3,780 millones de soles. Esta cifra equivale al 0.81% del PBI. Esto es totalmente financiable con recursos del tesoro público, que provendrán, además, de la reforma tributaria propuesta en nuestro Plan. Los recursos adicionales que se obtendrían con esta reforma servirían además para financiar el resto de nuestros programas sociales anunciados por Ollanta Humala. Los que mintieron mostrando una cifra descomunal de 14 mil millones de soles como costo de Pensión 65 no saben multiplicar. Esto es realmente vergonzoso. 

Repito, Pensión 65 se financiará con recursos adicionales que provendrán de la reforma tributaria. En ninguna parte del Plan se dice que se hará uso de los fondos de los afiliados de las AFP. Estos fondos son y tienen que ser intangibles.

Para Gana Perú, ¿funciona adecuadamente bien el Sistema previsional en el Perú? ¿Identifican fallas en el sistema previsional público (SP) y privado (SPP)?

Gana Perú coincide con lo que señalan instituciones nacionales y multilaterales respecto a que es necesario reformar este sistema. La principal crítica es que en nuestro país los sistemas de pensiones público y el privado actuales son paralelos o alternativos. No son complementarios. Es sabido que el sistema público, que es un sistema de reparto, fue gravemente afectado con la creación del sistema privado de pensiones debido a que le quitó gran parte de sus afiliados. Según el Informe Defensorial No. 99 de noviembre de 2005 de la Defensoría del Pueblo, titulado “El futuro de los sistemas de pensiones. Hacia una nueva relación entre el sistema público y el privado”, con la tasa de contribución de 13% que se hace al SPP, “asumiendo que todos los afiliados al SPP lo estarían al SNP y abonaran regularmente sus cotizaciones” el sistema público “arrojaría un superávit de 431 millones de soles, o alternativamente se pagarían pensiones que en promedio serían 32% superiores a las que actualmente paga el SNP”.

El SPP tampoco ha ampliado sustancialmente su cobertura pues depende fundamentalmente del empleo formal. Por otro lado es extendida la opinión de que la comisiones que cobra son las más altas de la región sudamericana. Según la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones, las AFP en Perú cobran las comisiones más altas del mundo. Pero, además son las empresas que obtienen las más altas tasas de ganancia respecto a su patrimonio. No operan competitivamente porque constituyen un oligopolio. Según el Banco Mundial, en el año 2003 la tasa de ganancia promedio de las AFPs, medida como ganancias sobre patrimonio, fue de 59%, es decir, tres veces el promedio regional de ese año. Estas empresas lograron aumentar en el año 2006 el porcentaje de aporte de sus afiliados de 8% a 10%. Esto significa 1,110 millones adicionales de una masa salarial de aproximadamente 55,500 millones de soles.

Finalmente un hecho que llama la atención es que tanto la Defensoría del Pueblo como el propio Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en su Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2007-2009, de mayo de 2006, señalan que el SPP carece de solidaridad intrageneracional o intergeneracional. Para ponderar este hecho, la opinión pública debe saber que actualmente con la aprobación de la pensión mínima (de 415 soles), todos los contribuyentes debemos subsidiar a las AFP pues cuando la pensión de sus afiliados resulta menor a los 415 soles la diferencia la paga el Tesoro Público. 

De considerar necesario hacer cambios. ¿Qué modificaciones hará GP al Sistema previsional (público y privado) para mejorar las condiciones pensionarias de los peruanos?

Nosotros proponemos en el Plan recuperar la solidaridad en el sistema de pensiones. Nuestra propuesta es de una reforma de pensiones que haga que los sistemas público y privado, no sean alternativos sino complementarios. Proponemos a) un sistema de pensiones público con un componente contributivo obligatorio (donde se determina una pensión básica) y otro no contributivo que es precisamente Pensión 65; y, como complemento, b) un sistema privado (que es el actual) basado en cuentas individuales que se capitalizan. 

Esta propuesta es parecida a la realizada por la Defensoría del Pueblo el año 2005 y que está contenida en su Informe No 99. Una propuesta similar la encontramos también en el MMM 2007-2009 del MEF de mayo de 2006. El MEF dice: “El Estado enfrenta el doble reto de continuar velando por mejorar las pensiones y garantizar la sostenibilidad de los sistemas pensionarios, así como aumentar la protección social de los que no reciben ninguna pensión. Para ello se hace necesaria la implementación de una reforma que considere un esquema multi-pilar donde exista un sistema mixto que articule los dos sistemas, estableciendo criterios de solidaridad y manteniendo la administración privada de los fondos. Este esquema obligatorio consistiría en que una parte de las aportaciones de los trabajadores estaría destinada a un fondo para cubrir las pensiones mínimas del pilar solidario con la garantía del Estado y la parte restante estaría destinada al segundo pilar bajo la administración privada y brindaría una pensión complementaria.”

Además de estas dos instituciones nacionales, el Banco Mundial es otra institución que desde el año 2004 viene planteando lo mismo. Véase “Perú: Restoring the multiple multipillar of old-age income security” (enero 2004) y el más reciente “Old Age income support in the 21st Century: an international perspective on pension systems and reform”.

El desconocimiento de estos estudios y propuestas por parte de nuestros adversarios, los conduce a satanizar, de manera vergonzante, propuestas que están a tono con las tendencias hacia la modernización de los sistemas de pensiones en el mundo. 

¿Las personas van a tener que aportar obligatoriamente así estén en el Sistema Privado o Público?

Como hemos señalado, el sistema público tiene dos partes: a) el no contributivo que es nuestro programa Pensión 65; y, b) el contributivo obligatorio donde se determina la pensión que hemos llamado básica (o mínima, según el MEF) que se les garantizaría a todos, a los del SPP y del SNP, en su retiro. 

El primero (Pensión 65) se financiará íntegramente con recursos tributarios. Sobre el segundo, el contributivo obligatorio donde se determina la pensión básica para todos, en el plan no se discute el detalle de la modalidad en que se realizaría la aportación obligatoria.

Del conjunto de nuestra propuesta de reforma, Pensión 65 se llevaría a cabo de todas maneras. Es parte importante de las políticas redistributivas que se reitera en el documento “Compromiso con el pueblo peruano” firmado por Ollanta Humala el 28 de marzo. La parte de la reforma que involucra la complementariedad de los sistemas privado y público tiene que someterse al diálogo y su mantenimiento como propuesta de política dependerá del consenso o acuerdo al que se llegue en base al documento de Compromiso citado. Además, hay que señalar que de mantenerse esta propuesta de reforma, tendrá que pasar por el Congreso donde se buscaría fórmulas de consenso con las fuerzas políticas. La complementariedad, cuyos detalles se discutirán en su oportunidad, si se acuerda implementar esta reforma, se sustenta en el aporte obligatorio. Pero la modalidad del aporte obligatorio puede variar. Hay distintas opciones y ninguna de ellas implica utilizar los fondos de los afiliados de las AFP, y tampoco afectan el carácter solidario y de complementariedad de la reforma propuesta.

Es importante señalar, finalmente, que nuestra propuesta de reforma sigue el espíritu de las propuestas de la Defensoría del Pueblo, del propio MEF y del Banco Mundial.

Habrá crecimiento con estabilidad y redistribución

VIERNES 22 DE ABRIL DE 2011

Fuente Actualidad Económica del Perú
Entrevista de La Primera a Félix Jiménez


Según algunos analistas, la “economía nacional de mercado” que propone Humala no es sino un programa estatista. ¿Esto es así? ¿Qué es una economía de mercado?
No es cierto; nuestra propuesta económica no tiene nada de estatista. La economía nacional de mercado es una estrategia de desarrollo propuesta para una economía, como la nuestra, desconectada de su geografía y demografía, con heterogeneidad estructural y tecnológica, con desarticulación sectorial y concentrada en las zonas urbanas, con reducida capacidad de generación de empleo de calidad y de ingresos, especializada en la producción y exportación de materias primas, y altamente vulnerable a shocks externos adversos.

Se puede decir que estando la economía desconectada de la geografía y la demografía del país, ella no está nacionalmente integrada. Hay zonas del país donde no llega la economía de mercado y tampoco el Estado. Por esta razón decimos que la Economía Nacional de Mercado es el sustrato económico del concepto de Nación o comunidad política territorializada. No hemos culminado la construcción de la Nación, porque hemos descuidado el desarrollo de mercados a lo largo y ancho del país. Por eso tenemos poblaciones rurales y nativas excluidas de la modernidad. Con la Economía Nacional de Mercado estas poblaciones se incorporarán al mercado y a la modernidad. Esta economía nos convertirá en una verdadera comunidad política territorializada e integrada social y políticamente.

¿Actualmente existe una economía de mercado en el país o es una economía mercantilista?
Lo que hay es una economía de mercado, pero no abarca el territorio nacional, descuida la agricultura y tiene impactos reducidos en la condición de vida de la población rural y provinciana de la sierra y de la selva del país. Pero, además, la economía actual está dominada por oligopolios y cuasi-monopolios con influencia notable en el Estado y el Gobierno. Hay lo que técnicamente se llama captura regulatoria. El Estado no está presente en los conflictos entre las grandes empresas que explotan nuestros recursos naturales y las comunidades que reclaman acceso al agua y a sus tierras. La manera de crecer de esta economía de mercado reproduce la desconexión de la economía urbana con la agrícola rural, incrementa la desigual distribución de los ingresos y no genera iguales oportunidades para todos los peruanos.

La inversión extranjera es importante para el desarrollo del país ¿qué papel jugará de darse un gobierno de Ollanta Humala?
Por supuesto que la inversión extranjera es importante para el desarrollo del país. Hemos dicho que todas las inversiones extranjeras que respeten estándares laborales básicos, que transfieran tecnología, que respeten el medio ambiente y que tributen con justicia, serán bienvenidas. Pero, además, está dicho en el plan que la inversión extranjera, participará en las inversiones en infraestructura, directamente, en asociaciones publico-privadas o en la modalidad de concesiones. Cerrar el déficit en infraestructura, que supera el 35% del PBI, no puede ser tarea sólo de la inversión pública. Pero, también, el Estado promotor tiene que generar las condiciones para que permitan el desarrollo de las empresas e inversionistas privados nacionales que son las que más emplean la fuerza de trabajo nacional.

Según algunos economistas la propuesta de Gana Perú “cuestiona la estabilidad macroeconómica”
No es verdad que se cuestione la estabilidad macroeconómica. La propuesta económica de Gana Perú es absolutamente clara. Se propone generar las condiciones para que la inversión privada nacional se expanda, con inversiones en infraestructura, con financiamiento competitivo, y con inversión en educación y en ciencia y tecnología. Además, se señala que para sostener el crecimiento es importante la estabilidad macroeconómica. En el plan se propone baja inflación y cuentas fiscales sostenibles. Explícitamente se señala que se introducirá una regla fiscal contracíclica en la ley de responsabilidad y transparencia fiscal, que se fortalecerá el fondo de estabilización fiscal y se mantendrá el actual esquema institucional de política monetaria basado en metas de inflación.

También se cuestiona la propuesta de retornar a la Carta Magna de 1979, pues en opinión de algunos empresarios y detractores esas modificaciones pueden alejar a los inversionistas y configurar una peligrosa concentración de poder.
Es incuestionable que la Constitución de 1993 redujo el espacio de las políticas públicas. Introdujo, por ejemplo, el concepto de subsidiariedad que limita el papel del Estado en la economía, convierte en contratos-ley los contratos de estabilidad tributaria y perjudica a la inversión privada nacional por las desventajas relativas que enfrenta al ponerla en pie de igualdad con la inversión extranjera. Si hay que hacer ajustes en las políticas públicas, como recomienda el Banco Mundial, tiene que fortalecerse la capacidad del Estado tanto en términos de contenido de las políticas como de recursos para poder financiarlas. No obstante todo lo anterior, Ollanta Humala ha señalado que cualquier modificación de la Constitución tiene que hacerse con base a los consensos que se logren con las otras fuerzas políticas del Congreso. Esto está sobreentendido en el texto del Plan. Los cambios tienen que seguir los procedimientos legales. Finalmente, es importante señalar que lo que más importa es respetar el orden jurídico, el Estado de derecho, y gobernar orientando las políticas públicas hacia la redistribución de la riqueza que es el compromiso firmado por Ollanta Humala el 28 de marzo pasado.

Los cuestionamientos también se hacen a las llamadas renegociaciones de los acuerdos comerciales firmados y los contratos de concesiones de explotación de recursos naturales, una propuesta clave que los diferencia de los otros programas.
Ollanta Humala ha señalado que se respetarán los acuerdos y contratos. “Desde el momento que fueron firmados, dice, ellos no pueden ser unilateralmente cuestionados o revisados, salvo cuando cláusulas específicas así lo autoricen o cuando una flagrante ilegalidad presidió a su adopción”. Ahora bien, ¿desde cuándo afirmar que se va a revisar y renegociar contratos que puedan ser lesivos, significa no respetar el Estado de Derecho? Un contrato presupone la presencia de por lo menos dos partes. Por lo tanto, si hay algún problema, la renegociación no podrá ser un acto unilateral. ¿El actual gobierno no inició la renegociación con la empresa el tema de la exportación del gas? Somos respetuosos de los acuerdos del Estado y esto no significa que no se pueda volver discutir los términos iniciales, si hay cláusulas que lo autorizan o, como dice Ollanta Humala, “cuando una flagrante ilegalidad presidió a su adopción”.

En países desarrollados como Canadá, Francia o Estados Unidos (estos países siguen una economía de mercado) ¿cómo es la relación entre el Estado y las empresas mineras?
La literatura sobre países desarrollados con importantes sectores mineros da cuenta de su contribución al desarrollo de capacidad productiva y mercados internos. Son conocidas las aglomeraciones productivas en tornos a la minería, por ejemplo, en Canadá. Son competitivas y siguen reglas estrictas de control ambiental. También contribuyen a la satisfacción de demandas de las respectivas comunidades indispensables para su desarrollo. Estas aglomeraciones son además receptoras de cambios técnicos importantes que les permite competir con aumentos de la productividad. En otras palabras, la producción minera en estos países contribuye al desarrollo nacional creando industrias y pagando impuestos justos. Australia y EE. UU., introdujeron los impuestos a las sobreganancias mineras y en hidrocarburos, respectivamente; y, en la región, Chile lo acaba de hacer con una modalidad distinta.

Mención aparte es el tema de la libertad de información. En el plan de Gana Perú se señala que el objetivo es “incorporar distintas perspectivas de las organizaciones de la sociedad civil y recuperar el carácter público de los medios”. Esto inquieta a algunos qué mecanismos empleará para asegurarse de que “los medios sirvan a la democracia”.
Ollanta Humala ha reiterado en su compromiso del 28 de marzo que garantiza la libertad de prensa y de expresión. Él ha firmado el Acuerdo de Lima en el Consejo de la Prensa. Además, hay que señalar que promover una ley que establezca un reparto equitativo y plural de los medios vinculados al espacio radioeléctrico, no se puede interpretar como estatización, porque no tiene nada que ver con la propiedad ni con la libertad de expresión. Se trata simplemente de hacer justicia a su condición de recurso público. Es una norma vinculada a la regulación, cuyo objetivo es garantizar la presencia de todos los sectores (público, privado y comunitario), y una distribución equitativa y plural de las frecuencias digitales para fomentar la competencia. No se menciona para nada que se quitarán las licencias a los actuales medios formales. Lo que se quiere, como lo ha dicho Ollanta Humala, es descentralizar el otorgamiento de licencias. Esta tarea no puede ser monopolizada por el Ministerios de Transportes y Telecomunicaciones, también deben tener participación los gobiernos regionales para que sea posible la participación de la sociedad civil.

Según algunos críticos existe un doble discurso por parte del candidato Ollanta Humala. ¿Existe un divorcio entre lo que el señor Humala dice en sus presentaciones y lo que indica el plan de gobierno de Gana Perú?
No es verdad. La propuesta central que ha mencionado Ollanta Humala es el de forjar el desarrollo sobre la base de la construcción de una economía nacional de mercado abierta al mundo, que articule la costa, la sierra y la selva del país, desarrollando mercados locales y regionales internos, con trabajo digno y empresas nacionales competitivas. Proponemos otra manera de relacionarnos al mundo y es la de construir Nación mediante la expansión de los mercados internos, la consecuente descentralización y desconcentración del aparato productivo, y la integración económica y social del país. Todo esto está en nuestro plan.

Nosotros planteamos que el crecimiento debe llegar a todos. Si hacer que el crecimiento genere oportunidades para todos es concebido como "ajuste" del modelo y no un cambio de la manera como se crece, no tengo problemas en que se use la palabra ajuste. El fondo del tema es que el crecimiento debe redistribuir riqueza favoreciendo a los que menos tienen.

Para muchos, especialistas “es iluso” creer que el impuesto a las sobre ganancias mineras financiará todas las propuestas de Gana Perú.
Nosotros estamos planteando una reforma tributaria. Esto es indispensable para financiar nuestros programas sociales. Efectivamente no basta con el impuesto a las sobreganancias. El costo de nuestros programas (donde se incluye Pensión 65, Cuna Más, SAMU, etc.) asciende a 3.2% del PBI y con la reforma tributaria, sin contar con los efectos positivos de la lucha contra la evasión y la elusión, los recursos adicionales ascenderían a 3.8% del PBI. La idea es que el Congreso discuta esta reforma. La reforma debe incluir la simplificación del sistema tributario, la reducción del IGV y la simultánea eliminación de las exoneraciones, y la disminución de la carga tributaria que pesa más sobre la mayoría de la población.


Entrevista efectuada por el diario La Primera, publicada el viernes 22 de abril de 2011

Costo del programa de pensiones no contributivas

MIÉRCOLES 20 DE ABRIL DE 2011

20 de abril de 2011
Fuente Actualidad Económica del Perú
¿ES POSIBLE LA FINANCIACIÓN DE PENSIONES
NO CONTRIBUTIVAS EN EL PERÙ?
Pedro Francke
Pontificia Universidad Católica del Perú

La necesidad de que el Perú cuente con un esquema de pensiones no contributivas ha sido suficientemente sustentado en nuestro país. Los datos claves para este reconocimiento son el derecho a la seguridad social y la enorme cantidad de peruanos que no reciben apoyo económico en su vejez, siendo muchos de ellos pobres.

En este artículo analizaré más bien si una política de ese tipo es económicamente factible, presentando unos cálculos muy simples. En este tema no hay mayor misterio respecto al cálculo del costo, que es bastante directo: responde al producto de la pensión a otorgar por la cantidad de beneficiarios. Hemos dejado de lado el costo administrativo, que en programas de este tipo no tiene por qué superar el 1% a 2% del presupuesto total.

Política y Economía
Pero antes de presentar los datos, es necesario señalar que cuando hablamos de sostenibilidad fiscal, es decir, de las posibilidades que tiene el Estado de financiar un programa social cualquiera -como  puede ser un programa de pensiones no contributivas o un programa especial para los campesinos o para los pueblos indígenas-, esta discusión tiene un fuerte componente político. Un gran determinante de la decisión presupuestal de obtener recursos y destinar recursos a un determinado fin, sea cual sea este, es una decisión principalmente política. Esa es la razón por la cual según nuestra Constitución y nuestras leyes, corresponde al Congreso de la República -el órgano deliberativo político de la sociedad- definir tanto los impuestos como los gastos. Es decir, es el Congreso quien decide a quién le vamos a cobrar impuestos para obtener esos recursos -porque si algo cuesta hay que sacar el dinero de algún lado- y quien aprueba el Presupuesto de la República,  que es la autorización para que el Poder Ejecutivo  pueda realizar el gasto. El Congreso de la República está obligado a precisar el marco del presupuesto público, es decir, autorizar en qué se puede gastar.

La principal decisión en este tema no responde principalmente a una razón de tipo económico, sino principalmente política, aunque evidentemente las decisiones políticas deben enmarcarse dentro de las posibilidades económicas y tener un sustento económico. Llevemos el argumento al absurdo: el gobierno no puede decidir que a cada peruano se le van a repartir 10,000 dólares todos los meses, porque simplemente eso no es posible. Entonces, es evidente que hay determinados márgenes económicos dentro de los cuales tiene que manejarse el presupuesto de la República.

Población a cubrir
A continuación presento unos cálculos sobre lo que costaría un programa de pensiones no contributivas en el Perú.

Un estudio más detallado debería hacer cálculos  pensando también en cómo va a ser el costo futuro; esto es importante porque sabemos que la población del Perú está en un proceso de envejecimiento todavía no muy acelerado pero que está en marcha. De tal manera que cuando decimos que en el 2007 de acuerdo al censo hay en el Perú alrededor de 1,7 millones de peruanos mayores de 65 años que son el 6,4% de la población, también tenemos que ser conscientes de que eso va a ir aumentando paulatinamente  a lo largo del tiempo. En una economía que va creciendo digamos al 8% anual -o si queremos ser un poco más cautelosos alrededor del 6% anual- ese crecimiento de la economía va generando más recursos para el Estado, dando espacio para que, a medida que va aumentando la población adulta mayor, también vayan aumentando los recursos destinados a ella sin generar una presión demasiado grande sobre la economía. Pero asegurar ese equilibrio requiere cálculos más acuciosos que los que hemos hecho para este trabajo.

Partimos para nuestro cálculo de la población beneficiaria. Cuando pensamos en una población que requeriría una pensión no contributiva, partimos de que hay 1.7 millones de personas adultas mayores en el Perú, pero que aproximadamente el 25% de ellas ya tienen una pensión. Hay distintas encuestas con datos que difieren ligeramente, pero más o menos una cuarta parte de la población adulta mayor del Perú tiene una pensión. Por lo tanto, las tres cuartas partes de la población que no tiene una pensión es el principal problema de los sistemas previsionales en el país. Respecto de nuestro nivel de avance económico, con el crecimiento que hemos tenido en los últimos años, hay un muy claro desfase entre el progreso económico que tiene el Perú y la cobertura de pensiones existente.

De ese 75% que no tiene pensión, aproximadamente un 45% de esa población es pobre o parte de una población objetivo, considerando que también queremos cubrir a personas que están muy cerca de la línea de pobreza y que por cualquier evento desafortunado puedan caer en ella. Además, un anciano que depende de otros por carecer de una base económica propia, aunque ese hogar en conjunto no sea pobre -es decir, aunque la suma de todos los recursos económicos del hogar alcance para una canasta básica-  tiene un riesgo importante de pérdida de autonomía y libertad.

Con estos datos de base, hemos considerado dos opciones de lo que podría ser un sistema de pensiones no contributivas. La primera es un sistema que podemos llamar universal para todas las personas mayores de 65 años, que corresponde a una visión de derecho muy claramente establecida en varios países de América Latina que tienen esquemas orientados en este sentido. En este esquema, los beneficiarios deberían ser 1 millón 300 mil personas. La segunda alternativa es un sistemafocalizado que considere solamente a los pobres y que debería cubrir aproximadamente a 580,000 personas.

Aquí cabe hacer dos distinciones respecto a los planes que tiene el gobierno actualmente. La propuesta que a continuación se evalúa tiene dos diferencias con las propuestas que el gobierno viene desarrollando hasta el momento (año 2010). La primera tiene que ver con la edad: casi universalmente se considera que 65 años es la edad legal a la actual se tiene derecho de jubilación. Estados Unidos y algunos países europeos están postergando un poco la edad de jubilación en consideración a su avanzado estado de envejecimiento poblacional, pero 65 años parece ser una edad de corte más o menos razonable en países como el nuestro, edad en la cual las personas deberíamos por lo menos decidir con menos presión económica si trabajar o no trabajar. Con esto no queremos decir que todo el mundo deje de trabajar a los 65 años; seguramente mucha gente tendrá la capacidad y deseo de trabajar después de esa edad, pero los 65 años es una edad a lo cual las personas ya no deberían estar en una situación en la que si no trabajan no comen. Por eso, otorgar una pensión no contributiva a partir de los 75 años -que es la opción del gobierno- obliga a las personas de 73 ó 74 años a trabajar, lo cual no parece justo.

La segunda diferencia es que el gobierno ha establecido en el decreto de creación de la pensión que el programa es solamente para pobres extremos. La pobreza extrema, tal  como es medida en el Perú por el Instituto Nacional de Estadística e Informática, está constituida por aquellos hogares que no pueden alimentarse adecuadamente ni siquiera destinando todos sus ingresos a ese fin. Así, el concepto de pobreza extrema deja de lado una serie de otras necesidades básicas -como la vivienda, el vestido, la salud, la educación, el aseo- que nos parece que también son esenciales para una vida digna. Si partimos del derecho a una vida digna, los beneficiarios no deben ser solo los pobres extremos, sino que debe basarse en un concepto de pobreza absoluta. Dejar de lado a personas que si destinaran todo su ingreso a comer podrían alimentarse bien pero a costa de no poder tener una vivienda digna, no tener un vestido adecuado, no tener cubiertas sus necesidades de transporte etc., tampoco nos parece justo. Estas son dos diferencias con el programa gubernamental recién creado que nos parece importante remarcar: la dimensión etaria y la dimensión de ingresos y pobreza.

 Opciones de pensiones
Hemos analizado dos opciones de pensiones. La ultra mínima es la que está llevando adelante el gobierno, la de 100 soles para mayores de 75 años. Estamos hablando de menos del 20% del salario mínimo, que si se compara con una pensión de la ONP (régimen del DL 19990) que está cerca de los 700 soles, equivale aproximadamente al 15% de la misma.

Son parámetros importantes, porque la pensión asistencial debería guardar una cierta relación con el salario mínimo de un trabajador activo. Una de las funciones de una pensión es reemplazar los ingresos que tiene el trabajador activo, de tal manera que cuando se jubile mantenga un soporte económico no demasiado lejano al que tenía cuando trabajaba. Pues la pensión no contributiva implementada por el gobierno está bastante por debajo del salario mínimo.

También debe haber una relación entre las pensiones no contributivas y las pensiones contributivas. Una pensión no contributiva que sea muy cercana o superior a una pensión contributiva generaría un problema de incentivos: la gente puede pensar “si contribuyo me dan una pensión de 700 soles y si no contribuyo me dan una de 1,000 soles; mejor no contribuyo”. Además de que esa situación puede considerarse injusta, el incentivo a la no contribución promueve la informalidad y agrava los problemas de financiamiento público. Por eso, tiene que existir una diferencia entre la pensión no contributiva y la contributiva. En este caso la diferencia entre 100 y 700 soles es muy grande y permite descartar cualquier tipo de incentivo negativo.

Por otro lado, 100 soles es la misma cantidad que aporta el programa “Juntos”, que es el programa de transferencias condicionadas. Pero tiene otra lógica; “Juntos” es para madres de familia que están en la edad de trabajar; por lo tanto, la mayor parte de ellas puede estar generando algunos ingresos, por lo que el aporte de “Juntos” es un ingreso complementario para que las madres tengan incentivos para ayudar a que sus hijos vayan al colegio y para apoyar en los gastos de salud. En cambio, una pensión no contributiva es un ingreso básico, porque la idea de la pensión es que no va añadir nada a lo que se obtiene del trabajo; al contrario, va a reemplazar lo que se ganaba cuando se estaba trabajando. Por ello, la comparación es válida; pero una pensión no contributiva no necesariamente tiene que ser igual o menor que la ayuda de un programa de transferencias condicional, ya que tienen otra lógica.

Por último hay que tener la idea de la línea de pobreza en el Perú. De acuerdo a la definición oficial, en el Perú hay distintas líneas de pobreza. Esto se justifica, ya que las condiciones de vida en Lima son muy distintas a las condiciones de vida en el campo: el costo de transporte es distinto y la gente tiene otras necesidades. 100 soles es una cantidad que no llega a la línea de pobreza urbana, pero en las zonas rurales esa cantidad se acerca a la línea de pobreza. Entonces, los 100 soles podrían ser una pensión mínima en las zonas rurales, pero en las zonas urbanas no se acerca a la línea de pobreza.

Una segunda opción más razonable, aunque todavía baja, es 200 soles mensuales. Esto ya se acerca a la mitad del salario mínimo y sigue estando muy por debajo de la pensión contributiva de 700 soles que otorga la seguridad social (Sistema Nacional de Pensiones regido por el DL 19990) con lo que podemos descartar que genere incentivos negativos: nadie va a dejar de contribuir para una pensión de 700 soles por la alternativa de 200 soles porque la diferencia es muy grande. Una pensión de 200 soles todavía sería pequeña, pero cubriría la línea de pobreza en las zonas rurales, mientras que en las zonas urbanas estaría acercándose a la línea de pobreza.

Cálculos de costos
Una propuesta bastante restrictiva -como para empezar con cautela desde el punto de vista de la sostenibilidad fiscal- es la de una pensión de 200 soles mensuales al año para todos los pobres (no sólo los pobres extremos) mayores de 65 años (no solo mayores de 75 años), lo que costaría 700  millones de soles anuales aproximadamente. Esto supone un poco menos del 0.2% del PBI. El cálculo supone que los que ya tienen una pensión no reciben 200 soles; es decir, si alguien ya recibe una pensión del SNP o AFP -que son pensiones mucho mayores a esa cifra- ya no recibirían los 200 soles. Hay que dejar constancia, sin embargo, de que el sistema boliviano otorga un complemento a quienes ya reciben pensión; su sistema de la “Pensión Dignidad” otorga un “extra” a los que ya tienen una pensión contributiva.

Una segunda propuesta sería un esquema de pensiones no contributivas de carácter universal; es decir, no sólo para los pobres sino para toda la población. Igualmente, aquí estamos calculando con el supuesto de que quienes tienen una pensión contributiva, sea de AFP o de la 19990 o de la 20530, ya no van a recibir este subsidio. El cálculo para una pensión de 200 soles es 3,100 millones de soles al año, aproximadamente el 0,8% del PBI del Perú.

Entre estos dos extremos -pensión focalizada de 100 soles para pobres, o pensión universal de 200 soles- podemos ubicar los parámetros de una pensión no contributiva. En ese sentido, una pensión no contributiva en el Perú costaría entre el 0,2% y 0,8% del PBI.

Ahora bien: si comparamos la opción mínima que hemos presentado, con un costo de 700 millones de soles, con la opción del gobierno de otorgarla solo a personas mayores de 75 años (que es como la cuarta parte del universo total de los mayores de 65 años), y solamente a los pobres extremos… Todo eso reduce la población beneficiada como a la sexta parte de la opción mínima que proponemos, y consecuentemente reduce el costo a la sexta parte, es decir, a menos de 0,04% del PBI. Por lo tanto, lo planeado por el gobierno con su programa actual es un avance muy pequeño; tan pequeño que no llega a ser un paso adelante.

Los costos en el contexto del gasto social
Veamos algunas cifras de contexto que permitan entender mejor qué significa 0,2% ó 0,8% del PBI. Un estudio del Banco Mundial de hace unos años indicaba que en todo lo relacionado con protección social, el Estado peruano gasta bastante poco: 0.7% del PBI, incluyendo el programa “Juntos”, los comedores populares y el programa del vaso de leche. El promedio latinoamericano en gasto de protección social está entre el 1% y el 1.5%  del PBI. Si sumamos protección social, salud y educación, el Perú llega al 6 a 7% del PBI de gasto social, mientras el promedio latinoamericano se acerca al 10% del PBI, y hay países que llegan al 20% del PBI en gasto social.

Si al 6% de gasto social en el Perú le añadimos 0.2%, llegaríamos al 6.2%; no estaríamos aumentando sustancialmente el gasto social y seguiríamos lejos del 10% de promedio regional. Habríamos dado un paso, digamos, tímido.

Ahora bien, la opción de una pensión universal de 200 soles significaría un aumento sustancial del gasto social. Con un aumento del gasto social de 0.8% del PBI ya estamos hablando de un pequeño paso, con lo que el gasto social del 6 % aumentaría al 6.8%. Esto significaría un avance con relación al promedio latinoamericano, que está lejos del gasto social de un país socialista o de países con una fuerte seguridad social .

Viendo el gasto social de una manera más integral, el trecho por recorrer para llegar a un gasto social igual al promedio latinoamericano -es decir, para pasar del 6% a un 10% del PBI- habría que dedicar todavía una buena porción a la educación y a la salud, y no solamente a la protección social. En efecto, es claro que en el Perú también en la educación y la salud hay fuertes deficiencias presupuestales. En salud esto es muy notorio. Por ejemplo, si se analizan los problemas de personas adultas mayores de una manera más integral, la calidad y la cantidad de los servicios públicos de salud para las personas adultas mayores son muy deficientes; se requiere una fuerte inversión y transformación del aparato público de Salud para poder atender esas personas. Nuestros hospitales y nuestro sistema de Salud han estado muy orientados en los últimos 40 años a la atención materno infantil; pero actualmente estamos viviendo una transición demográfica, y el Estado peruano presta muy poca importancia a los adultos mayores. Revertir esta situación implica incluir a los adultos mayores en los planes de Salud, y eso demanda recursos presupuestales importantes, porque la atención de salud de las personas adultas mayores es más costosa. Entonces, el aumento del gasto en protección social y en una pensión no contributiva debe verse más integralmente, como parte de un esfuerzo del Estado por ampliar el gasto social en general, y por mejorar la atención social a las personas adultas mayores.

El costo de una pensión no contributiva, que hemos calculado entre 0,2 y 0,8% del PBI, también lo podemos comparar por el lado de los ingresos fiscales. Parte del problema de esta opción de pensiones no contributivas es que hay que sacar los recursos de algún lado. La opción de recortar otra  parte del presupuesto siempre es posible, pero suele ser bastante difícil, porque en el Perú la educación requiere más, la salud requiere más, el transporte requiere más, la seguridad social requiere más… Es difícil decidir dónde se pueden cortar gastos. Entonces la alternativa hay que buscarla por el lado de obtener más ingresos para el fisco.

Por el lado de los ingresos se usa como medida la presión tributaria, que indica cuánto de toda la riqueza que se genera en el país ingresa al Estado como impuestos. La presión tributaria en el Perú ha estado alrededor del 14 y 15% del PBI; con la crisis internacional cayó, pero ahora que los precios internacionales de los metales y de las materias primas se han recuperado, la presión tributaria también ha vuelto a subir. Como política hacia el futuro, el Acuerdo Nacional que fue suscrito por los distintos partidos políticos y organizaciones planteó una meta de 18% -que coincide con el promedio latinoamericano, lo cual quiere decir que hay países latinoamericanos que tienen un pensión tributaria bastante mayor, cercana al 25% o 30% en el caso de Brasil y Argentina. Por lo tanto, la meta de ingresos tributarios propuesta por el Acuerdo Nacional de un 18% no es exagerada; es simplemente acercar al Perú al promedio latinoamericano, lo que implicaría un adicional de recaudación por parte del estado de 3% del producto bruto interno.

Si el Estado peruano se ha planteado lograr ese 3 % del PBI de la meta de mayor presión tributaria, hay que discutir qué uso se da a esos recursos. Si la opción mínima de pensión no contributiva es 0,2%, entonces un poco menos de la décima parte de la presión tributaria adicional se destinaría a la pensión no contributiva; y una décima parte no es mucho para este fin.

En la opción universal más amplia de 200 soles para  todos los adultos mayores de 65 años, sin diferenciar pobres y no pobres, ya vimos que el costo sería 0,8% del PBI, que es como la cuarta parte de ese ingreso adicional por la mayor presión tributaria. Si este 0,8% del PBI lo comparamos con lo que el Estado peruano tiene que lograr en los próximos años de mayor recaudación -3% del PBI-, observamos que alrededor de la cuarta parte estaría siendo destinada a pensiones no contributivas.  En ese caso aún restan las 3 cuartas partes, más del 2% del PBI, para apoyar la educación, la salud, etc. Desde este punto de vista la pensión no contributiva parece viable.

Si alguien va al Ministerio de Finanzas y le dice al ministro: “vamos a dar 200 soles mensuales a todas las personas mayores de 75 años”, le va a decir que eso es imposible. Pero la aplicación de políticas y programas sociales no se hace de un día  para el otro; son programas que se van ampliando poco a poco, por regiones, por edades, por ingresos. El programa “Juntos” hoy llega a 500 mil hogares, pero comenzó con 10 mil; hoy la salud pública tiene 7 mil establecimientos de salud pública y cientos de hospitales, pero hace 50 años era muchísimos menos. Todos los programas sociales van aplicándose progresivamente. Con este enfoque, se puede plantear un esquema de pensiones no contributivas que cuesten en total 0,8% del PBI, pero ir aumentando por ejemplo en 0,1% del PBI cada año, y en 8 años se llega al programa completo. 

Cómo lograr esa mayor presión tributaria es un tema complejo, ya que entran en juego la reforma tributaria, la evasión de impuestos, el problema de la informalidad, etc. Hay opciones específicas que se están discutiendo ahora; por ejemplo, el impuesto a las sobreganancias mineras, que si se aplicara adecuadamente una sola empresa minera como Southern o Antamina pagaría al año entre 1,000 a 1,200 millones de soles;  con solo estas dos empresas se podrían recaudar 2,400 millones de soles, con lo que se podrían financiar más de las dos terceras partes de la pensión universal planteada. Si sumamos todas las empresas de la gran y mediana minería, estamos hablando de que un impuesto a las sobreganancias generaría unos 8 mil millones de soles de ingresos tributarios, que alcanzaría holgadamente para una pensión no contributiva.

El Plan de Ollanta: entrevista a Felix Jiménez

LUNES 11 DE ABRIL DE 2011

Fuente Actualidad Económica del Perú
A raíz de publicaciones periodísticas referidas al Plan de Gobierno de Gana Perú, conversamos con el Jefe del equipo a cargo del Plan, el economista Félix Jiménez candidato al Congreso con el número 9 en la provincia de Lima, y posible ministro de Economía de un eventual gobierno de Ollanta Humala

Por Raúl Wiener


-¿Qué nos puede decir de la serie publicada por “El Comercio” sobre las contradicciones entre el Plan de Gana Perú y los discursos del candidato Ollanta Humala? Se dice que el Plan es autoritario y estatista.
-Eso no es cierto, es un infundio. ¿Desde cuándo decir que se va a practicar una forma republicana y democrática de gobierno con mecanismos de rendición de cuentas y de evaluación y control constitucional de los gobernantes, es muestra de autoritarismo? ¿Desde cuándo afirmar que se va a revisar y renegociar contratos que puedan ser lesivos, significa no respetar el Estado de Derecho? Un contrato presupone la presencia de por lo menos dos partes. Por lo tanto, si hay algún problema, la renegociación no podrá ser un acto unilateral. ¿El actual gobierno no está renegociando con la empresa el tema de la exportación del gas? Somos respetuosos de los acuerdos del Estado y esto no significa que no se puedan volver a discutir los términos iniciales, si hay cláusulas que lo autorizan o, como dice Ollanta Humala, “cuando una flagrante ilegalidad presidió a su adopción”. Por otro lado, no hay en el plan una frase que diga que vamos a estatizar tal o cual empresa. Pero, no obstante todo lo anterior, debo decir que están un su derecho de publicar lo que piensan y cómo piensan. Respeto absolutamente este derecho.

-Las propuestas para establecer un reparto equitativo y plural de los medios, una empresa de telecomunicaciones del Estado, o una línea aérea de bandera nacional, ¿no son un retorno al intervencionismo del Estado?
-Decir que promoveremos una ley que establezca un reparto equitativo y plural de los medios vinculados al espacio radioeléctrico, no se puede interpretar como estatización, porque no tiene nada que ver con la propiedad ni con la libertad de expresión. Se trata simplemente de hacer justicia a su condición de recurso público. Es una norma vinculada a la regulación, cuyo objetivo es garantizar la presencia de todos los sectores (público, privado y comunitario), y una distribución equitativa y plural de las frecuencias digitales para fomentar la competencia.

Por otro lado, hay un fondo llamado FITEL adscrito al Ministerio de Transportes y Comunicaciones cuyo objetivo es cerrar el déficit de telecomunicaciones en las áreas rurales y lugares considerados de preferente interés social. ¿Por qué no se puede crear una empresa en consorcio con el sector privado con este fin, si este no lo hace porque considera que no es rentable? Además el FITEL tiene recursos para ese objetivo.

Finalmente, la línea aérea de bandera nacional, aunque no la mencionamos en el plan, es también un tema de regulación debido a que hay un cuasi monopolio de una empresa extranjera y la idea no es que sea totalmente estatal, puede ser totalmente privada pero promovida e incentivada por el Estado, o una empresa mixta hasta que se posicione en el mercado y luego pasa al sector privado.

-¿Cómo resumiría su planteamiento frente a lo publicado por la prensa?
-Nos importa desarrollar una economía de mercado, competitiva, con un Estado regulador que fomente la competencia y no los cuasi monopolios u oligopolios. Esto es mirar al futuro; queremos una economía de mercado moderna y que sea capaz de crear iguales oportunidades para todos. Por eso digo que los periodistas de El Comercio sobre-reaccionan en su afán por defender el statu quo hasta llegar a distorsionar el texto que leen: inventan argumentos para, luego de adjudicárselos al adversario, empezar a criticarlo, a demolerlo. Confunden el verbo «revisar», con el verbo «desconocer», el verbo «renegociar» con el verbo «irrespetar», el verbo «regular» para eliminar los poderes monopólicos u oligopólicos con el verbo «estatizar», y no recuerdan que ellos le adjudican al Estado un rol subsidiario, lo que le permitiría a este operar donde no hay iniciativa privada, como en las zonas rurales. ¿Por qué será tan difícil involucrarse a un debate formativo y alturado en lugar de recurrir a la tergiversación y al engaño?

-¿A qué atribuye el interés de mostrar una contraposición entre plan de gobierno y el candidato?
-La motivación es clara. Buscan quebrar la relación fluida que tiene Ollanta Humala con el equipo del Plan de Gobierno. Dividir y reinar. Lo ha expresado con todas sus letras una periodista en su programa televisivo del 29 de marzo. Dijo que para creerle a Ollanta Humala tendría que “botar su plan de gobierno a la basura”. Pero este deseo se expresa con una argumentación que revela mediocridad. Porter y Rodrick que no fueron invitados por el Partido Nacionalista, sino por los empresarios y una universidad, señalaron que el modelo actual tenía que cambiar para crecer sobre la base de la productividad y para ganar competitividad. A su énfasis en el cambio por el lado de la oferta nosotros le adicionamos lo que le falta, el factor de demanda. Nuestros críticos no pueden entender este planteamiento. Qué distinto sería si por lo menos hubieran hojeado el primer libro escrito para explicar cómo se genera riqueza en una economía nacional de mercado. Me refiero al libro de Adam Smith: Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, publicado en 1776.

El Pasado y el futuro

¿Por qué se dice entonces que es un retorno al pasado, un salto al vacío?
-En el Plan de Gobierno no hay propuestas de retorno al pasado. Hay más bien una crítica radical a la estrategia proteccionista que descuidó la demanda interna y no conectó las transformaciones con la gestión del corto plazo. Decimos que sus defensores de los años 60 y 70, exageraron el daño de la apertura comercial, como los neoliberales de ahora exageran el supuesto beneficio de los tratados de libre comercio. En el colmo del disparate un periodista dice que en el plan de gobierno se propone pasar de una economía de mercado a una economía de Estado. ¿Cómo se puede debatir así?

Nosotros estamos proponiendo desarrollar mercados internos con financiamiento competitivo, con infraestructura donde tendrá participación la inversión extranjera, y con inversión en ciencia y tecnología en alianzas estratégicas con los gremios empresariales productivos. La fantasía de este periodista es vergonzosa. ¿Quién le ha dictado el libreto a ese señor para decir que proponemos pasar de un “sistema democrático de libertades civiles a un sistema autoritario de prensa confiscada y de medios de producción controlados desde el poder”? Hay algo más grave que la falta de comprensión de lectura. Como lo digo en otra parte, es la herencia colonial que aún pesa en la cosmovisión de muchos políticos y periodistas, y su gusto por la práctica cortesana frente al poder económico para no perder los privilegios.

Economía Nacional de Mercado 

-Pero, ¿no es mejor hablar de una economía social de mercado y no de una economía nacional de mercado?
-No. La economía social de mercado es un invento europeo de la época de la Guerra fría, específicamente alemán. Se le atribuye a Konrad Adenauer y que supuestamente la aplicó durante su administración de los años 1963-1966. Su versión conceptual es anterior. Es una vertiente del liberalismo de los años 30 asociada intelectualmente al economista alemán Walter Eucken. Es la cara social del libre mercado: el Estado debe aplicar políticas para paliar la situación de los grupos sociales vulnerables y ayudarlos a integrarse al mercado. Están en contra del Estado del Bienestar que es la propuesta socialdemócrata, pero son partidarios de una política contra los cárteles, los monopolios y los oligopolios porque, según ellos, atentan contra el libre mercado y la estabilidad social. La versión criolla y peruana es indiferente a los monopolios y a los oligopolios. Nuestros neoliberales no son luchadores activos contra la concentración de poder en la comunicación social, en las actividades extractivas, en los servicios públicos, en el espacio aéreo-comercial, en el mercado financiero ni menos en el mercado de los fondos privados de pensiones. Por eso se espantan cuando se habla de la distribución equitativa y plural de las frecuencias digitales, del impuesto a las sobreganancias y no dicen nada sobre los subsidios que otorga el Estado a las dos refinerías privadas de petróleo, ni sobre los oligopolios importadores que se benefician con las reducciones arancelarias afectando a los consumidores.

-Y ¿la economía nacional de mercado?
-Es el sustrato económico del concepto de Nación o comunidad política territorializada. No hemos culminado la construcción de la Nación a pesar de tener cerca de dos siglos de vida republicana, porque hemos descuidado el desarrollo de mercados a lo largo y ancho del país. Por eso tenemos poblaciones rurales y nativas excluidas de la modernidad. No llevan en el bolsillo su conexión con la sociedad, y es probable que muchos de estos compatriotas no tengan ni bolsillos y menos zapatos. Si algo de bueno tiene el neoliberalismo en nuestro país es haber revelado la existencia y la fuerza de estos peruanos olvidados. Los ejemplos son Bagua y la generalización de los conflictos sociales por el agua limpia y el acceso a tierras que ha originado la industria extractiva.

Por eso, Ollanta Humala, que es para mí el político del nuevo Perú, del Perú del Bicentenario de nuestra independencia, ha reiterado recientemente su convencimiento de que nuestro país requiere “un cambio de verdad, priorizando el interés nacional y el bienestar de nuestro pueblo”, pero que será producto de un compromiso nacional «de los sectores productivos y las fuerzas generadoras de nuestra riqueza, que pasarán a contar con un gobierno comprometido con el desarrollo sustentable y que considera la disminución de la desigualdad un instrumento promotor del crecimiento. Es lo que denominamos, dice, una economía nacional de mercado, donde el Estado está al servicio del interés nacional y no de tal o cual grupo económico». Y esta es una economía abierta al mundo que permitirá cambiar la actual manera de crecer.

Significa pasar de un “crecimiento basado en los altos precios de las materias primas y sujeto exclusivamente a los vaivenes del mercado internacional”, a otro basado en la creación y expansión de los mercados internos y en la productividad, para generar competitividad tanto en el interior del país como en el mercado internacional. La riqueza generada en este tipo de economía beneficiará a todos y nos convertirá en una verdadera comunidad política territorializada e integrada social y políticamente. Los tres ejes de política (no los únicos) para desarrollar esta economía son infraestructura; financiamiento competitivo y, revolución educativa e inversión en ciencia y tecnología.

La economía nacional de mercado, es, por lo tanto, la eliminación de las restricciones que impiden la expansión de la inversión privada nacional y la eclosión de la capacidad privada empresarial peruana. No puede ser considerada un modelo estatista, ni una economía cerrada pues, además, proponemos un tipo de cambio estable y competitivo para nuestros exportadores no tradicionales, junto a un Estado regulador del mercado y promotor del desarrollo.

La Economía Nacional de Mercado

LUNES 11 DE ABRIL DE 2011

Fuente Actualidad Económica del Perú

Félix Jiménez
Economista Ph. D.
Profesor Principal de la PUCP

Nota: Este artículo apareció hace varios meses en Actualidad Económica. Lo volvemos a publicar por razones obvias. 
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Es inverosímil que para algunos economistas la crítica al modelo neoliberal peruano sea considerada como un rechazo al mercado, y que los críticos de ese modelo sean calificados como enemigos del mercado. Esta incapacidad de razonar también se revela cuando escuchan hablar de nacionalizar la economía o nacionalizar las actividades estratégicas, es decir, de ponerlas al servicio del interés nacional. El propósito de este artículo es invitar al lector bien intencionado a participar en un debate que trascienda el razonamiento dicotómico Estado-Mercado y despliegue su curiosidad por estudiar los temas del desarrollo.

La modelo económico neoliberal es desnacionalizador

El modelo neoliberal aplicado al Perú desarrolla un circuito económico desnacionalizador. Bastaría señalar que la caída de la tasa de crecimiento de 9.8% en 2008 a 0.9% en 2009, revela la desconexión de nuestra economía con sus mercados internos o su fuerte dependencia con lo que ocurre en el mercado internacional. Esto es historia conocida, pero no parece suficiente. ¿Por qué es desnacionalizador?

Primero, porque la versión neoliberal del modelo exportador aplicado aquí (que es distinta de la versión exportadora de los países del Asia), no considera el desarrollo de los mercados internos. Deja de lado los factores de demanda interna y hace énfasis en el minimalismo estatal, en consonancia con la teoría neoclásica del comercio internacional y del crecimiento económico. Para esta teoría el mercado autorregulado es eficiente, las distorsiones en el mercado son originadas por la intervención del Estado y los países comercian porque tienen distintas especializaciones beneficiándose del comercio si cada uno produce y vende lo que sabe hacer relativamente mejor.

Segundo, porque, a diferencia de lo que ocurrió en los países asiáticos, orienta el desarrollo fuera de los mercados internos, creando en su lugar enclaves que no tienen conexiones con la economía interna y no toma en cuenta los intereses de la comunidad nacional de la sierra y la selva del país.

Tercero, porque su focalización en las exportaciones, dada las condiciones de las que se parte, genera comportamientos ventajistas en la competencia internacional mediante la supresión de los derechos de los trabajadores, el mantenimiento de salarios reales estancados, la imposición de contratos de estabilidad tributaria que lesionan la soberanía nacional, y la desatención de los costos medioambientales de la explotación de recursos primarios (piense el lector en Cocachacra, Arequipa; en Majaz, Piura; en Bagua, Amazonas; o, solo en la Oroya, Cerro de Pasco). Piense también, el lector, en las exportaciones no tradicionales que basan su competitividad en mano de obra barata y de baja calificación.

Finalmente, porque privilegia las inversiones extranjeras en la actividad primaria exportadora que vende en los mercados externos, en lugar de promover el crecimiento de la demanda interna en consonancia con un aumento diversificado de la oferta productiva. El modelo exportador neoliberal no permite aprovechar internamente los frutos del progreso técnico o los aumentos de la productividad a favor del interés nacional.

La economía nacional de mercado
Hay que «nacionalizar» esta economía. Hay que centrar el desarrollo del país en la expansión de los mercados internos que ya existen y en la creación de otros nuevos, es decir, hay que desarrollar una economía nacional de mercado. Esto no significa autarquía ni estatismo. Significa basar las ganancias de competitividad en aumentos de productividad y no en ventajas absolutas naturales y en el cholo barato. Las ventajas competitivas se logran conectando la economía con la geografía y la demografía, diversificando el aparato productivo para basar estas ventajas en rendimientos a escala con costos unitarios decrecientes que favorece el comercio intraindustrial. Pero también significa institucionalizar políticas de generación de ingresos y demanda interna para sostener el crecimiento.

Hay que construir capacidad productiva industrial, agroindustrial y agropecuaria (oferta), y simultáneamente desarrollar la demanda interna para asegurar el uso de esa capacidad. Además, una demanda interna que se sostiene en el tiempo estimula nuevas inversiones para expandir y diversificar la capacidad productiva. Desde esta perspectiva, las exportaciones son necesarias para solventar las importaciones y hacer sostenible el crecimiento económico; y, en este caso, las ganancias de competitividad están garantizadas por la expansión de los mercados internos.

¿Cómo se construye una economía nacional de mercado?
Primero, facilitando el desarrollo de capacidad empresarial nacional; segundo, desarrollando instituciones y espacios de política para generar establemente demanda interna e ingresos, vinculando el corto con el largo plazo; y, tercero, con un nuevo contrato social que asegure la democracia republicana.

 La creación de capacidad empresarial nacional está asociada a la expansión de la inversión privada nacional o local; pero ésta, a diferencia de la extranjera, enfrenta restricciones de mercado interno, de financiamiento y, de capital humano y tecnología. La restricción de mercado se supera con inversión en infraestructura económica y social, a lo largo y ancho del país. La restricción de financiamiento se resuelve con un mercado de capitales en soles, profundo y líquido, sustentado en un mercado secundario de deuda soberana en soles, a distintos plazos, para generar tasas de referencia para las emisiones privadas. Por último, la restricción de capital humano se supera con una reforma educativa para facilitar la movilidad y adaptabilidad de la mano de obra, con inversión en investigación y desarrollo, y con vínculos institucionales con la industria y las empresas para definir contenidos curriculares que hagan fluido el tránsito hacia el mercado laboral.

La economía nacional requiere desarrollar  instituciones y espacios de política para generar establemente un circuito nacional de demanda e ingresos, vinculando el corto con el largo plazo. Esta vinculación es crucial. Se trata de conectar la administración de la demanda agregada durante el ciclo con el crecimiento y las transformaciones estructurales. Procesos históricos importantes de cambio estructural industrialista fracasaron por problemas de corto plazo.

Corto y largo plazo: la relación de la estabilización con el crecimiento económico
Las economías de mercado no son intrínsecamente estables ni tienden automáticamente al pleno empleo. En los países del centro el gobierno, según el legado keynesiano, es el responsable de enfrentar las recesiones mediante políticas, monetaria y fiscal, expansivas. Para que esto ocurra también en países como el nuestro, se debe construir, como lo hicieron los países del centro, un circuito nacional de generación demanda e ingresos.

La condición necesaria para construir este circuito es eliminar las restricciones que impiden que la inversión privada nacional se expanda, creando demanda y capacidad productiva a lo largo y ancho del país. La administración del ciclo (mediante las políticas macro) debe ser funcional a este objetivo de largo plazo.

El mercado de capitales en soles facilita el financiamiento de mediano y largo plazo de la inversión, pero también mejora la eficiencia de la política monetaria basada en metas explicitas de inflación con la tasa de interés como instrumento (regla de Taylor). Cuanto más profundo y líquido es este mercado, mayor es la competencia en el mercado financiero donde hoy domina el oligopolio bancario. El marco regulatorio de este mercado debe ser reformado para que las empresas productivas pequeñas y medianas pueden emitir deudas.

El mercado de capitales en soles también contribuye a la sostenibilidad de la política fiscal. Su expansión se sustenta en el desarrollo del mercado secundario de deuda soberana en soles. Este último permite reducir los riesgos de la deuda pública (cambiario y de tasas de interés variables) sustituyendo deuda externa por interna. El mercado de deuda soberana permite asimismo introducir la «Regla de Oro» en el gasto del gobierno: endeudamiento solo para financiar inversiones públicas. Hasta aquí la vinculación del corto y largo plazo con referencia a la inversión que, como se sabe, es un factor de creación de demanda y de capacidad productiva.

El gasto público corriente no crea capacidad pero sí crea demanda; por lo tanto, junto con la inversión privada local, tiene que ser parte del circuito nacional de generación de demanda e ingresos. Este gasto no puede ser, entonces, procíclico. Se debe introducir una regla contracíclica en la ley de responsabilidad y transparencia fiscal, para que los ingresos públicos sean los únicos que fluctúan con el ciclo. En el auge se acumula fondos de estabilización para hacer frente a las recesiones.

Finalmente, en una economía abierta se necesita otra medida para solucionar el conflicto entre el corto y el largo plazo. La apertura financiera y la libre movilidad de capitales dificultan la administración de la tasa de interés y el tipo de cambio real, dos precios relativos importantes que influyen en la demanda de inversión privada. Una buena administración de la economía nacional, decía Keynes, depende de la libertad de fijar una tasa de interés apropiada sin referencia a las tasas prevalecientes en el resto del mundo. Esto quiere decir que hay que controlar el flujo internacional de capitales y, para asegurar un tipo de cambio real estable y competitivo, este control debe ser acompañado con una regla de intervenciones esterilizadas en el mercado cambiario.

Mercado laboral, salarios y generación de demanda
El modelo exportador neoliberal opera con salarios reales reprimidos y sin derechos laborales. Esta manera de ganar competitividad internacional deja de lado los aumentos de la productividad asociados a la expansión de los mercados internos.

Por el contrario, la economía nacional de mercado implica mejores condiciones de vida y de trabajo. En consecuencia, el circuito de generación de demanda e ingresos debe incorporar también al mercado laboral. Se tiene que restablecer el salario mínimo como instrumento de política e introducir estándares laborales decentes, el derecho a la libre sindicalización y un sistema de protección social universal. Estas instituciones ni distorsionan el mercado de trabajo ni tienen por qué reducir los niveles de empleo. Son absolutamente necesarios para desarrollar un proceso sólido y estable de generación de demanda al interior del país. El salario es un factor de demanda y no solo un factor de costo. Hay otros costos como el de financiamiento que se reducirían notablemente con el desarrollo del mercado de capitales en soles.

Para terminar, es importante mencionar que, desde los clásicos, el salario forma parte del conflicto distributivo. Su determinación, por lo tanto, tiene que ver con el poder económico y político que desde el gobierno le da contenido a las políticas públicas. El modelo neoliberal se funda en un desbalance de poder que perjudica a los trabajadores, campesinos y a parte importante de la clase media.

Cambiar la estrategia de desarrollo neoliberal por otra que implique la construcción de una economía nacional de mercado, requiere un nuevo entorno político y social, una nueva coalición de poder, que asegure la construcción de la nación y la práctica de una democracia republicana. No hay otra manera de centrar la generación del circuito de demanda e ingresos en el interior del país y en beneficio de toda la población.

El contrato social neoliberal, la corrupción y la ausencia de democracia
La Constitución de 1993 redujo el espacio de las políticas públicas y propició el dominio del capital transnacional y de la ideología neoliberal en la determinación del contenido de estas políticas: se introdujo el concepto de subsidiariedad limitando el papel del Estado en la economía, se eliminó la estabilidad laboral y otros derechos de los trabajadores, se convirtieron en contratos–ley los contratos de estabilidad tributaria y se perjudicó a la inversión privada nacional por las desventajas relativas que enfrenta al ponerla en pié de igualdad con la inversión extranjera.

Con esta Constitución el Estado perdió soberanía y el interés nacional pasó a segundo plano. El gobierno, en su afán por atraer inversión extranjera, acepta el óbolo minero en lugar de aplicar un impuesto a las sobreganancias, renuncia al cobro de regalías y promueve la desnacionalización de los recursos con concesiones que afectan al interés nacional y sin rigurosos estudios de impactos ambientales de las inversiones mineras.

Por otro lado, con el neoliberalismo la corrupción se ha hecho parte del actual sistema político y de gobierno. Pocos impuestos y mercado libre para los grupos de poder económico, es parte de la ideología de este sistema. Los grupos de poder eluden su responsabilidad tributaria frente al Estado, y el Estado elude su responsabilidad de proporcionar servicios básicos de calidad a la mayoría de la población. El pueblo legitima a sus gobernantes mediante su voto, pero los elegidos gobiernan en función a los intereses de minorías económicas que no han sido elegidas por el voto popular. Este ejercicio corrupto de la función de gobierno mediatiza la democracia o reproduce, sin nada que lo impida, una forma de gobernar antidemocrática.

En resumen, la actual constitución y la forma corrupta de gobernar, que es funcional al neoliberalismo, conspiran contra la generación de un circuito de demanda al interior del país, indispensable para el desarrollo de la economía nacional de mercado.

Nueva Constitución y la práctica de una democracia republicana
Desarrollar la economía nacional de mercado es indispensable para construir Nación, es decir, una comunidad política territorializada, sin exclusiones. Pero esto no se puede hacer en el marco de la constitución actual. En primer lugar, es necesario recuperar, como peruanos, nuestro derecho preferencial a la gestión, explotación y usufructo de los recursos naturales del país, en especial de las fuentes de energía. Una nación que no controla sus fuentes de energía no controla su futuro. En segundo lugar, el Estado debe recuperar su papel promotor del desarrollo, regulador de la economía de mercado y proveedor de servicios sociales básicos (educación, salud, justicia, seguridad social, agua y desagüe) con políticas públicas que tengan alcance universal. Todo esto supone un nuevo contrato social, es decir, una nueva Constitución.

El trato prioritario a la inversión privada nacional y un Estado promotor del desarrollo y regulador de la economía, constituyen la base para institucionalizar el circuito nacional de generación de demanda e ingresos. Sin reforma tributaria que aumente los ingresos del Estado y con el gasto público reducido (como porcentaje del PBI), el Estado no llega a todos; es excluyente. No hay servicios sociales básicos para parte importante de la población y los que provee son de baja calidad. Por lo tanto, aparte de los requisitos de desempeño que se impondría a la inversión extranjera, una nueva Constitución permitirá efectuar una profunda reforma fiscal para, aumentando los recursos del Estado, atender programas sociales de carácter universal.

Con la nueva Constitución terminará la corrupción como práctica de gobierno: establecerá garantías y contrapesos, clara separación y plena independencia de los poderes del Estado y de los órganos de control, y una nueva regionalización, para tener un Estado y un gobierno que practique la democracia republicana, con rendición de cuentas, transparencia, y drásticas penalidades a los que gobiernan sin respeto a la elección popular y violando la Constitución.

La práctica de la democracia republicana impedirá la cooptación del poder político por los poderes fácticos y por los grandes grupos económicos, tanto nacionales como extranjeros, que nadie elige, nadie controla y nadie fiscaliza. Habrá mecanismos explícitos de evaluación y control constitucional de los gobernantes. La democracia será mucho más que un modo de elegir gobernantes y representantes del pueblo, será un sistema de elección y un modo de gobernar sujeto al mandato del voto popular y a la Constitución.