jueves, 20 de enero de 2011

Los Romero y su maquinita de hacer dinero


Por Francisco Durand
Profesor de Ciencias Políticas Universidad de San Antonio, Texas , EEUU



“Mi madre apañaba algodón para los Romeros”, me contaba el taxista mientras se dirigía a San Jacinto, en el  bajo Piura, donde estaba una de las antiguas desmotadoras del grupo. “Muy millonarios esos señores, ¿no doctor?, y salieron de aquí, de La Legua”. Siguió hablando y terminó en tono de revelación: “Mi mamá contaba que tenían una maquinita de hacer dinero”.

La frase me dejó intrigado. Era una curiosa forma de explicar cómo se amasa una fortuna. Para la pobre señora, los “Romeros” habían hecho tanto dinero que creía, literalmente, que lo manufacturaban. Quizás, pensé después, se refería metafóricamente al algodón Pima, o algo que los Romero trajeron de Castilla, que les permitía hacer tanto dinero.

En Piura, gente bien informada como Óscar Izquierdo decía que en los viejos tiempos bastaba una hectárea de algodón para comprarse un Mercedes Benz nuevo. Esa sería, pues, la maquinita. Aunque podía haber algo más que les permitió primero comprar algodón, desmotarlo y exportarlo, y más tarde, entre 1880 y los años 1920, adquirir tierras para sembrarlo, luego instalar y comprar plantas de aceite. Sabían entonces manejar la maquinita.

Paradójicamente, o más bien, lógicamente, cuando indagué qué había pasado con el oro blanco del valle, un alcalde de una pobre comunidad campesina –cuyos padres también apañaron el algodón– me contó que los piuranos cada vez lo siembran menos. Desde hace años los Romero ejercen un monopsonio como principal comprador, y pagan tan mal que muchos agricultores prefieren plantar paltas o cultivar el banano orgánico. Algodón ya no. Solo hace rico a los ricos.

Los Romero se han mantenido católicos y unidos en torno a las empresas que maneja un jefe varón por cuatro generaciones. Las dos primeras nacieron en España, y fueron a hacer, o a hacer crecer el dinero en Piura; las dos siguientes nacieron en el Perú, y hoy son multimillonarios. Tanto el abuelo Calixto como el sobrino Feliciano vieron la luz del día en la lejana Soria. A partir de Dionisio Romero Seminario, el tercer jefe, nacido en Piura, es que comienzan las generaciones criollas a reinar en lo que hoy es ese enorme conglomerado agroindustrial, financiero, y de infraestructura de exportación.

Incluso en Piura, de donde se fueron, se renueva esta incesante acumulación de propiedades. “Han vuelto”, dicen, recordando que los Romero salieron rumbo a Lima al llegar la reforma agraria en 1969. Ahora en el viejo predio a la entrada polvorienta de San Jacinto hay una nueva planta de Alicorp, una de las muchas que conforman la corporación agroalimentaria más poderosa y mejor conectada del país. Pero el regreso a Piura lo dicen sobre todo por la compra de tierras. El grupo Romero acaba de adquirirlas del gobierno regional en el valle del Chira, donde siembran azúcar para transformarla en etanol, insumo de uso obligatorio. Nada como influenciar la demanda. Ahí hay dos buenos engranajes: la mano amiga del gobierno, la obligación de compra por ley.

Me dio tanta curiosidad la anécdota de la maquinita que, me pregunté, ¿y si de repente la trajeron de España? Así que aprovechando una conferencia me fui a España. “Para qué vas a Soria”, me dijo un colega geógrafo, “si allí no hay nada”. “De allí vienen los Romero”, le contesté, “una de las familias más ricas del Perú”.  No había manera de perderse. Llegando a Soria, ciudad capital de la provincia más pobre, alejada, y despoblada de Castilla, que lleva el mismo nombre, no es difícil llegar a la aldea de Langosto. A unos 20 kilómetros de Soria, camino a El Royo, antiguo nombre de la picota, se gira hacia Pedrajas y poco después la carretera atraviesa esa aldea por la mitad.

Dio pena la visita. En Langosto hay unas 30 casas viejas. Solo dos están ocupadas. Está a punto de ser una aldea fantasma. Allí hablé con don Fernando Durán, quien se acordaba de los Romero como ricos, pero sin saber bien de dónde. “Sí –me dijo– aquí se les recuerda. Hicieron mucho dinero, creo que en Buenos Aires, ¿no?”.  Me recomendó ir al otro extremo del pueblo y hablar con los Diez, que eran sus parientes. “No puede equivocarse. Es la última casa de este lado, la única pintada de blanco”.

Los Diez no estaban o no quisieron abrir, cosa a la cual ya estoy acostumbrado. En Lima el cierrapuertas es tradición cuando los sociólogos indagan. Felizmente apareció un lugareño que andaba de visita. Se animó a hablar y me llevó a la casa de los Romero, la número 16. Todavía se ve en el balcón de fierro las letras D y R. Debe ser por Dionisio Romero Durán, padre de Calixto Romero Hernández, el que cruzó el charco en 1874.

 Se trata a todas luces de una modesta casa de labriegos. Salvo el balcón, y el hecho de que tiene dos pisos, nada indica que en esa casa los Romero tuvieran la intrigante maquinita. Soria es fría y la tierra pobre, aunque en la hondonada donde está Langosto, la tierra es buena y tiene agua suficiente. El monte es agreste, pero hay caza y pacen animales. Todo labriego, además, criaba cerdos. Chorizo no faltaba. El problema, aparte de la poca tierra arable, eran las heladas.

Si se hubieran quedado en Langosto, los Romero seguirían tan pobres como el vecino Durán, como la apañadora piurana que imaginaba mecanismos de acumulación. Cuando Calixto salió rumbo a Puerto Rico en 1874 era un joven campesino alfabeto dispuesto a buscar fortuna en otro continente. En su aldea y provincia natal sus posibilidades eran mínimas. Los Doce Linajes dominaban la economía de Soria y hacían uso exclusivo de las pocas oportunidades que ofrecía. España era uno de los países más atrasados de Europa que exportaba mano de obra. Como muchos jóvenes de su generación, Calixto Romero  se fue a “hacer la América”, trabajando en lo que pudiera.

A la entrada de Langosto está la iglesia de la Magdalena. Al frente, una casa bien construida que parece servir de ayuntamiento.  Tiene una gran placa que reza: “HA SIDO EDIFICADA POR D. CALIXTO ROMERO AÑO 1921”. De vuelta de Piura, ya con fortuna, Calixto  la mandó colocar antes de morir, previa refacción del inmueble. En el libro laudatorio sobre este personaje (Calixto Romero: Para quitarse el sombrero, 2008) la placa aparece misteriosamente en la iglesia. Me di la vuelta al perímetro y no encontré nada. Debe ser un fotomontaje.

De regreso de España, luego de desentrañar ilusiones y fantasías, era obvio que la famosa maquinita de hacer dinero tenía que estar en el Perú. De allí salió la plata que permitió una mejora en el pequeño ayuntamiento de un pueblo que está a punto de desaparecer, mientras en el Perú la fortuna crece, crece y sigue creciendo.

domingo, 16 de enero de 2011

La subversión del sueño americano



PUNTO DE VISTA

El Comercio

Por: Augusto Townsend Klinge* Periodista
Sábado 15 de Enero del 2011

Un 60% de los estadounidenses está convencido de que su país está en decadencia, según una encuesta comentada por el politólogo de Harvard Joseph S. Nye en la más reciente edición de “Foreign Policy”, que se titula justamente “Decadencia americana: esta vez es real”.

Algunas páginas más adelante, el profesor de política internacional de la Universidad de Tufts Daniel W. Drezner alude a otra encuesta según la cual un 44% de la población de EE.UU. cree que China es “la potencia económica líder del mundo”, frente a un 27% que mencionó a su propio país.

¿Hemos llegado finalmente al mundo post-EE.UU. del cual suele hablar el editor de “Newsweek International”, Fareed Zakaria? La fotografía del momento descarta tal hipótesis. Es verdad, China destronó el año pasado a Japón como la segunda economía global, pero su PBI (US$5 billones) todavía está muy lejos del PBI estadounidense (US$14 billones), y la diferencia es más evidente aun si se compara per cápita. Sin embargo, en las tierras del Tío Sam atemorizan presagios –probablemente exagerados– como el del Nobel de Economía 1993, Robert Fogel, quien prevé un PBI chino de hasta US$123 billones en el 2040.

Pero mal harían los estadounidenses en pensar que la principal amenaza a su hegemonía global viene de afuera. Según George Friedman, el fundador de la consultora privada de inteligencia Stratfor, el verdadero reinado unipolar de EE.UU. no se consolidó sino hasta la caída del Muro de Berlín, recién en las postrimerías del siglo pasado. En los años subsiguientes, China siguió creciendo a un ritmo espectacular, pero EE.UU. fue indulgente con su propio mercado, al cual por momentos creyó autárquico, y, con la autosuficiencia típica de quien se siente omnipotente, dio rienda suelta a una serie de inconductas que finalmente desembocaron en la actual crisis económica. Es decir, el aguafiestas fue educado (o engreído) en casa.

LA ERA DEL DESPILFARRO

“Los estadounidenses deben culparse a sí mismos por el estado de su economía. Consumieron montones de cosas que no querían o no podían pagar. El capital barato proveniente de fuera y las hipotecas fáciles impulsaron hábitos de consumo voraces […] Si algo socava el futuro económico de EE.UU., es la creencia de que sus residentes tienen derecho a más de lo que pueden pagar”, sentenció “The Economist” en noviembre pasado.

EE.UU. se ha convertido en un “bufet gigante de barra libre” que ofrece “calorías, crédito, sexo, intoxicantes” y otras invitaciones al exceso, explica el columnista conservador de “The Washington Post” George Will, parafraseando lo dicho por Daniel Akst en su libro “We Have Met de Enemy: Self-Control in an Age of Excess”. Como nunca, el nivel de promiscuidad en el consumo es tal, dice Akst, que “estamos perdiendo la guerra contra nosotros mismos” y consintiendo comportamientos que terminan autoinflingiendo daños no solo a la salud personal de los estadounidenses, sino también a la salud financiera del país, como ha hecho patente la actual crisis.

Will agrega que este estilo de vida tiene un efecto parecido al del alcohol: desinhibe. Los hippies en los sesenta equipararon la moderación con la represión y luego la inflación en los setenta motivó la postergación de la gratificación económica. Pero hoy el capitalismo tiene un desorden bipolar, a decir de Will, pues demanda trabajadores disciplinados y, a la vez, compradores compulsivos.

Y este desbande, por cierto, se ha trasladado a la situación macroeconómica del país. Después de estar tanto tiempo mirándose a sí mismo, EE.UU. ha perdido el norte y ha visto caer su competitividad en un contexto en que la globalización le exige estar en su mejor forma. Así, la Oficina de Presupuesto del Congreso calcula que en diez años el déficit federal alcanzará el 90% del PBI. Según explican el ex secretario del Tesoro Robert C. Altman y el presidente del Consejo sobre Relaciones Exteriores, Richard Haass, en un reciente artículo en “Foreign Affairs”, EE.UU. nunca ha estado tan endeudado como ahora, excepto por la Segunda Guerra Mundial.

El resultado de ello, señalan, será “una era de austeridad que tendrá profundas consecuencias no solo en los estándares de vida en EE.UU. sino en su política internacional”. Aquí conviene aclarar que esto no es fundamentalmente una consecuencia de las “guerras preventivas” en las que se ha enfrascado EE.UU., que justifican solo entre 10% y 15% de su déficit anual, sino del “despilfarro en casa que amenaza el poder y la seguridad estadounidenses”.

PARA NUNCA OLVIDAR

El denominado sueño americano, que forma parte del ethos estadounidense y que es tan admirado en otros rincones del planeta (incluido este columnista), define a la libertad como una promesa de alcanzar la prosperidad y el éxito a partir del esfuerzo personal y la igualdad de oportunidades.
Pues bien, EE.UU. nunca ha sido un país tan desigual como hoy y la libertad nunca se ha parecido tanto al libertinaje. En algún punto de su historia, los estadounidenses se volvieron infieles a sus principios y olvidaron que la libertad juega en pared con la responsabilidad. Es momento de que vuelvan a leer a Ayn Rand y recuerden lo que les costó llegar a donde están. Solo así mantendrán no solo el poderío económico sino la autoridad moral de la que se jactan.

(*) Editor del Departamento de Economía & Negocios

viernes, 14 de enero de 2011

El Perú y los indicadores de “The Economist”

SEGUIMOS CRECIENDO, PERO...

El Comercio

Por: Raúl Ferrero Costa Jurista
Jueves 13 de Enero del 2011

La última publicación del “Pocket World in Figures”, edición 2011, de la revista “The Economist”, nos trae interesante información sobre los casi 200 países del orbe.

Así, revela las cifras más recientes disponibles (de fines del 2008 o 2009), con las que muestra que el Perú avanza de manera sostenida en la producción de materias primas (commodities), principalmente en el rubro de la minería. A este respecto, nuestro país ocupa el tercer lugar en producción de cobre en el mundo, muy cerca del segundo, que es EE.UU., mientras en plomo se ubica en el cuarto lugar, detrás del mismo país.

En zinc, en cambio, el Perú es el segundo productor mundial, y en estaño el tercero.

La producción peruana es notable en plata, al constituirse en el primer productor del mundo, mientras que en oro prácticamente empata con Rusia el quinto lugar en el ámbito mundial.

Estas cifras nos prueban el inmenso potencial real que tiene la minería en nuestro país y, a su vez, cuántas oportunidades se están desperdiciando al no aprovecharse la materia prima, para utilizarla y darle un mayor y más significativo valor agregado.

Este es un buen momento para sacarles un provecho superior a nuestras riquezas naturales, para seguir impulsando el crecimiento del PBI, el cual, la referida publicación, lo sitúa para el período 2003-2008 en el 7,6% anual, es decir, muy por encima de la media latinoamericana.

Este resultado es remarcable para cualquier país y nos permite ser optimistas, porque si bien el año 2009 fue malo para todas las economías en general, en el 2010 el Perú ha alcanzado un crecimiento importante del 9%.

La balanza comercial peruana es superavitaria en más de US$3.000 millones. Sin embargo, es deficitaria en productos de consumo, como que se importa por ellos US$4.500 millones.

En cuanto a los gastos que se realizan para la salud, ellos representan solo el 4,3% del PBI, mientras que los asignados a la educación son menores: 2,9%. A pesar de ello, se ha logrado un avance en el alfabetismo de las personas adultas, el cual llega al 89,6%.

Por otro lado, la población rural ha decrecido al aumentar la urbana, la cual llega hasta el 77% del total.

La misma publicación nos indica que hemos cedido algunas posiciones en el ránking de competitividad global al colocarnos en la ubicación 41, mientras que la del Gobierno mejora al puesto 35. Como ambiente favorable para los negocios, nos mantenemos en el lugar 45, que resulta insuficiente.

Con relación al monto de la deuda externa, nuestro país figura en la posición 35 y el porcentaje del servicio de la deuda con relación a las exportaciones de bienes y servicios resulta elevado, al llegar a 12,5% de ese referente.

El empleo mejora en el país, ya que el 53,1% de la población pertenece a la fuerza de trabajo (incluyendo el autoempleo), lo que nos coloca por encima de Brasil (52,4%) y del resto de los países latinoamericanos.

EE.UU. y China siguen siendo nuestros mayores socios comerciales. Mientras el monto de nuestras exportaciones a EE.UU. ha bajado (a pesar del TLC) y el de las importaciones ha subido, con China las exportaciones han subido y las importaciones bajado.

Finalmente, por primera vez, el Perú aparece entre los diez primeros productores de café del mundo en el período 2008-2009, ocupando el octavo lugar, detrás de Etiopía y desplazando a Guatemala y Honduras.
Las cifras expuestas nos muestran que el Perú sigue mejorando, pero que, a la vez, queda un buen trecho por recorrer si queremos alcanzar el desarrollo.

miércoles, 12 de enero de 2011

Después de la crisis


La Republica
17 de octubre de 2010
Por Bruno Seminario
Profesor de la Universidad del Pacífico


¿Por qué las mayores economías del mundo, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, muestran tan pobre desempeño? Aunque los planes  de estímulo económico permitieron contener los efectos de la crisis, no parecen conducir al mundo a una nueva era de prosperidad  global sino a una cuya norma fundamental parecería ser el estancamiento secular y el retroceso general del proceso de globalización. Según Olivier Blanchard, economista principal del Fondo Monetario Internacional, una recuperación sostenible, balanceada y vigorosa presuponía el logro de dos objetivos. En primer lugar, el abandono gradual de los programas de estímulo fiscal y su sustitución gradual por la demanda privada. En segundo lugar, cierta modificación en el modelo de desarrollo de China, la India y otras economías emergentes para disminuir el papel de los mercados externos y aumentar el del mercado interno. Pero las tendencias recientes nos muestran, con claridad, que el dinamismo de la inversión y el consumo privados en los países de mayor desarrollo relativo es aún insuficiente, sea por el aumento en la tasa de ahorro personal, la debilidad del sistema financiero, la depresión del mercado hipotecario o por el escaso dinamismo del progreso técnico. Tampoco se nota un cambio importante en el modelo de desarrollo de las grandes economías de Asia: continúa la acumulación de reservas internacionales, la política de resistir la apreciación de la moneda nacional y una lógica mercantilista domina todavía sus principales decisiones de política.

Que la economía mundial crezca 4.8% en el 2010 no debe sorprendernos sino la enorme dispersión de los distintos resultados regionales y la debilidad  que muestra la recuperación en las economías avanzadas. Según el Fondo Monetario Internacional, en el presente año el producto de estos países crecería solo 2.8%, un resultado tan modesto que ni siquiera permite recuperar el nivel de producción existente antes de la crisis.

Nos dice la Oficina de Análisis Económico de los Estados Unidos que la economía de este país, en los últimos cuatro trimestres, creció a un ritmo promedio de 3% anual, pero  también que el vigor de la recuperación, después de alcanzar un máximo en el IV trimestre del año pasado, se agotó con sorprendente rapidez.  

Pero ¿qué determinaciones rigen este desarrollo tan peculiar como desconcertante?  Tres son las fuerzas que parecen impulsar la expansión de la economía de los Estados Unidos: la inversión en inventarios, el crecimiento exportador y la innovación tecnológica. También tres son los determinantes de su debilidad: la depresión de la construcción, el endeudamiento de las familias y la falta de competitividad internacional. En el cuadro detallamos el balance de estas fuerzas, su influencia en el crecimiento y su  dinámica de corto plazo. 

¿Cuál fue el desarrollo decisivo que detuvo la recesión y provocó la recuperación? Sin duda, la agresiva política monetaria que ejecutó el Banco Central de los Estados Unidos, pues fue esta la que permitió superar la parálisis del mercado de crédito de corto plazo, normalizar las operaciones de corto plazo de las empresas, el gasto de consumo de las familias, la distribución  interna de los productos y el comercio internacional. De hecho, la expansión exportadora y la  acumulación de inventarios explicaron casi la totalidad de la recuperación, fuerzas de corto plazo y de efecto transitorio, empero, porque  en el primer semestre del presente año se convirtieron en el principal factor de la desaceleración. 

Sin embargo, el curso de la política económica no agota la complejidad del proceso, pues ciertos factores de largo plazo contribuyeron al dinamismo. En efecto, en los últimos tres años, con la aparición de nuevos procesadores de bajo consumo de energía, el desarrollo de la televisión digital y el desarrollo del internet de banda ancha, han aparecido en el mercado nuevos bienes de consumo durable, computadoras portátiles de bajo costo, teléfonos inteligentes, sistemas operativos, redes sociales, tabletas electrónicas (IPAD), nuevos mecanismos de distribución de los contenidos digitales, que han impulsado el dinamismo de las industrias de alta tecnología. Este cambio técnico desempeñó un papel  crucial en la  primera mitad de este año, no solo en Estados Unidos sino en la recuperación de las economías asiáticas más  avanzadas. Por ejemplo, en el II trimestre del presente año, explicó casi el 50% del crecimiento de la economía estadounidense y probablemente  impidió que se materializara un nuevo descenso en el producto cuando se agotó el efecto del impulso fiscal y de la política monetaria .

¿Puede salvar este dinamismo tecnológico superior a la economía de los Estados Unidos de un largo periodo de estancamiento? No lo sabemos aún. La nueva ola de innovación tecnológica parece tener un alcance más limitado al de los 90s, pero todavía no hemos presenciado la totalidad de los nuevos desarrollos. Además, Estados Unidos no disfruta, en esta oportunidad, del monopolio del nuevo cambio técnico. Las economías asiáticas más avanzadas, como Japón, China y la India, controlan varios aspectos fundamentales del proceso. Aunque los nuevos procesadores electrónicos se diseñan en Estados Unidos, es en  China y Japón donde se localizan las fábricas que manufacturan los nuevos productos, y en la India donde se comienza a realizar la programación de uso general.

martes, 11 de enero de 2011

La verdadera riqueza de las naciones

Dom, 12/12/2010 

La República

Por Javier M. Iguíñiz Echeverría
Profesor del Departamento de Economía de la PUCP



Tal es el título del Informe de Desarrollo Humano 2010, en su vigésimo aniversario. El mensaje de fondo es tan conocido como lo es el desinterés efectivo que hay en él: poner, explícita y eficazmente, al ser humano en el centro de las preocupaciones. Tras muchísimas Constituciones y declaraciones públicas que lo afirman, en la práctica cientos de otras y muy legítimas inquietudes y metas geopolíticas, económicas, familiares, religiosas, patrióticas, partidarias, culturales se anteponen, se interponen y elegantemente terminan sustituyendo demasiado a menudo a ese mandato humanista.
 
El volumen recientemente presentado es una fuente inmensa de temas, datos, hallazgos, interrogantes, métodos de cálculo, propuestas de investigación y de políticas. En este artículo vamos a destacar y resumir un solo aspecto, muy importante en el Informe, relacionado con la riqueza económica y el desarrollo humano.

Riqueza económica y desarrollo humano


Una primera aproximación a la relación entre riqueza económica y desarrollo humano es conceptual y trata sobre la sustancia y el status efectivo de aquello de lo que hablamos. La vida humana es mucho más multifacética y profunda que lo que la riqueza económica de las personas permite vislumbrar. Desde esa perspectiva general, es natural que se afirme que “desarrollo humano no es sinónimo de crecimiento económico” (54). A tal punto no lo es, que una constante en los informes del PNUD ha sido sostener que a pesar de su indudable importancia “el ingreso tiene muchas falencias como indicador sintético del desarrollo” (45). En términos de status, por mucho que “el dinero es un medio importante para ampliar las alternativas” (45), no es un fin.

Añadiríamos que, a pesar de la positiva importancia del crecimiento para el desarrollo humano, también puede ser un obstáculo de diversas maneras. Por ejemplo, una de las preocupaciones que adquiere preeminencia, hasta convertirse en obsesión, y puede postergar innecesariamente los logros en desarrollo humano, es la búsqueda del más alto crecimiento económico. Se persiste en considerar que la promoción del desarrollo humano atenta contra el crecimiento porque desvía recursos prematuramente del ahorro y la inversión hacia la supervivencia o bienestar de la población, lo que la hace peligrosa. También llega a considerarse negativa la búsqueda de la equidad, por ejemplo, en educación, debido a que distrae recursos que deberían ir a los que ya son mejores alumnos. Hay, pues, razones para el debate con quienes focalizan todo en el crecimiento.

No hay correlación entre progreso económico y humano básico

Un aspecto ya clásico, “desde su inicio” (5),  en el diagnóstico del PNUD sobre la situación y evolución de la sociedad es retomado con insistencia en el Informe. “Una de las conclusiones más reveladoras de la investigación sobre desarrollo humano de los últimos años: no existe una correlación significativa entre crecimiento económico y avances en salud y educación” (49). Este es “uno de los resultados menos esperados en la investigación sobre el desarrollo humano” (4).

Esto resulta decisivo para poner las cosas en su debida jerarquía, para no apostar exclusivamente al crecimiento del producto como meta o como condición necesaria para la solución de los principales problemas. Y todo eso por mucho que se considera que “el ingreso y el crecimiento son cruciales” y “una prioridad a la hora de formular políticas públicas” (5). Aún así, se insiste en el Informe: “es posible lograr adelantos significativos incluso en condiciones de crecimiento lento” (5), “El progreso es posible incluso con pocos recursos” (9), Se pueden lograr “progresos considerables” (114), “incluso cuando el crecimiento es esquivo” (113). La “buena noticia” es que el crecimiento económico no es requisito indispensable para mejorar la situación de salud y educación, por lo menos en esos niveles tan básicos. Claro, si se crece, mejor, se pueden lograr antes esas metas... hasta que choquemos con los problemas medioambientales.

Exigir más, depender menos

Aprovechamos el marco que nos provee el PNUD para finalizar con dos reflexiones personales. En primer lugar, el crecimiento puede ser mucho más eficiente en la reducción de carencias fundamentales de la población y hay que exigir que lo sea. La discusión sobre “el modelo económico” debe hacerse un sitio en el debate nacional pero tiene más sentido si es que se evalúa la manera de crecer por su contribución al  aumento en cantidad y calidad del protagonismo de las personas, empezando por el empleo digno y la participación ciudadana, y a la efectividad para reducir las carencias y desigualdades en educación, salud, etc.
 
En segundo lugar, tanto a nivel macroeconómico como microeconómico la falta de recursos económicos no puede ser la justificación principal para dejar de avanzar en la reducción de muchas de las carencias en desarrollo humano. Aquellas iniciativas que, en esa lucha, se reducen o postergan por falta de presupuesto están mal diseñadas en el sentido de que dejan de lado maneras de hacer las cosas menos dependientes del crecimiento económico. La concertación de voluntades públicas y privadas y la movilización social pueden lograr grandes resultados en desarrollo humano independientemente del curso general de la economía. Además, para exigir más a la economía, hay que depender menos de ella. 

Richard Webb: "Hay un nuevo Perú, estamos creciendo"

El prestigioso economista Richard Webb recorrió las zonas rurales más pobres del país.

Imagen
Con nuestro redactor. (Trome)

Por: Óscar Torres
Domingo 09 de enero 2011
Fuente: diario Trome 
Nació en el Callao, pero fue educado desde los 6 hasta los 24 años en Canadá, Escocia y Estados Unidos. Frente a mi pregunta: ¿Te sientes más gringo o más cholo? Respondió: “Me siento una fusión (risas)”. Richard Webb, ex presidente -en dos ocasiones- del Banco Central de Reserva. Doctor en Economía en la Universidad de Harvard, Máster en Economía y Geografía en la Universidad St. Andrews de Londres, Economista del Banco Mundial y consultor de diversas entidades internacionales. Pionero en el análisis de la pobreza y distribución del ingreso en el Perú. Autor de variadas publicaciones, entre las que destaca “El árbol de la mostaza”; el año pasado dirigió un equipo de investigadores del Instituto del Perú de la Universidad San Martín de Porres para estudiar la dinámica economía rural de las cinco provincias más pobres del país: Acobamba (Huancavelica), Las Bambas (Apurímac), Chumbivilcas (Cusco), Pachitea (Huánuco) y la comarca de Celendín (Huánuco). Trome, en exclusiva, conversó con él y el testimonio fue impresionante

*Richard, ¿es verdad que el Perú está creciendo de manera significativa o este “milagro peruano” es una ola que nos ha agarrado eventualmente y, como en otros países, va a desaparecer en los próximos años? 


Sí, es verdad, pero no creo que vaya a desaparecer. Estamos creciendo desde abajo. De una forma muy redonda, diversa, todo el tiempo se dice que meramente están creciendo las exportaciones de minerales. No es cierto, la industria manufacturera está creciendo más que la minería y la agricultura.

Hay un tipo de peruano, el emprendedor, que estás estudiando, ¿qué características tiene y cómo lo definirías?


Hay una energía, un afán de superación enorme. Hay mucha imaginación. Siempre he pensado que el empresario peruano tiene una ventaja que, muchas veces, no tienen otros países: sabe “tirar cintura”. Eso es producto del contexto del ambiente que no le ha dejado otra.

¿Quiénes encarnan ese nuevo Perú?


Hay un nuevo Perú en distintos niveles, es lo que más me alienta. Eso lo veo en jóvenes de clase media que están dedicados como nunca a conocer y a hacer empresa en el país. Se van a vivir a la sierra, selva y a hacer negocios, pero donde más impresionan por su volumen y su presencia, claro, es el empresario migrante en las ciudades. Se habla todo el tiempo del Mega Plaza y Gamarra, pero lo que he descubierto -en esta investigación- es que también hay un nuevo peruano emprendedor a nivel rural.

“(En provincia) La cultura emprendedora ha pegado de una forma extraordinaria”, ¿te suena?


Totalmente. Esa fue mi conclusión y sorpresa principal. Yo esperaba ver que habían adoptado tal tecnología, había escuchado que existían nuevos caminos, pero no estaba preparado para ver, el primer día de mis viajes, en las alturas de la puna de Chumbivilcas y al costado de la pista una pequeña feria campesina, donde una persona que estaba sentada, rodeada de verduras encima de sus faldas, vendía tres libros de motivación empresarial…

¿Y quiénes eran los autores?


Uno de ellos era de David Fischman y de otro autor que no recuerdo, pero los títulos se referían a “vacas” y no entendía. Sin embargo, unos días después en Lima, en la avenida Javier Prado, en un semáforo, llegó un chico vendiendo libros y me di cuenta que uno de esos libros era el mismo que había visto allá. Lo compré y descubrí que era un libro donde el término “vacas” lo usan como metáfora para inhibición. Entonces, el tema era “cómo salir de tus inhibiciones para ser un buen empresario”.

¿Es cierto que regresaste chaposo y optimista tras recorrer cumbres nevadas, ríos y quebradas?


Llegué enamorado (sonríe).

Has sido dos veces presidente del Banco Central de Reserva, ¿por qué se redistribuye tan mal la riqueza en nuestro país y de qué “milagro” hablamos si hay mucha gente que no tiene agua y desagüe?


El milagro está en el cambio. La desigualdad extrema tiene un origen esencialmente político, pero también es algo que, independientemente de la razón política, hay que entenderla como producto de cómo es físicamente el Perú, porque hay, y ha habido, una gran parte de la población que sigue viviendo en zonas de dificilísima productividad. No es que no se pueda, pero es muy difícil. Otros gobiernos se han podido interesar más, pero mayormente no lo han hecho.

¿Cuáles son tus recetas para redistribuir mejor la riqueza en el país?


Concentrarse en los más pobres, en lo rural y construir y mejorar caminos. Poner riego y la infraestructura que falta y que ya se está poniendo.

“el modelo chávez”


En el Perú, ¿hay espacio para un “modelo Chávez”?


Parece que no, porque el “modelo Chávez” necesita ese “chorro” de dinero que tiene. Porque la esencia de ese modelo es que gasta en todo, hace de todo y algo de eso es bueno; está mejorando la salud y algunas cosas, pero mucho tiene de mala o equivocada intención política. En el Perú no hay ese dinero, aquí ningún gobierno tiene margen para ese tipo de extravagancia (sonríe).

En la puna, en Huancavelica, ¿cómo perciben a Lima, la capital?


Mucho más cerca que antes.

¿Estás de acuerdo con la tesis que dice que el peruano pobre quiere salir de ella no con nacionalismos baratos, sino haciendo empresa y compitiendo?


Definitivamente. Esa es la nueva vida que uno ve. Observas a jóvenes en los pequeños pueblos que están manejando sus carros, haciendo servicios a la capital, pero a la vez tienen su chacra, pero uno de ellos, tal como conversamos, tenía su negocio para fabricar DVD, tenía su grupo musical y hacía sus propios videos de música y costumbres locales. Hay mucho de eso.

En el sector rural, ¿por la obra de quién se ven reflejados?


Diría la multiplicación del pequeño negocio.

¿Qué aspira tener el poblador rural?


Una cosa humana, ciertamente muy peruana, un mejor futuro para sus hijos.

Sé de un hecho que te asombró, pero detállanos, ¿qué pasó en un pueblito perdido en Huancavelica?


Dos que me asombraron: uno fue la banderola encima de unos quioscos en una feria semanal en el pueblo de Paucará, de la provincia de Acobamba, y la banderola encima de estos vendedores de zapatos y ropa decía: “Bienvenidos a Gamarrita”. Me encantó, porque se han agarrado de uno de los íconos de esa cultura y la están asumiendo. Y el otro letrero, en otro pueblito, en un restaurantito, donde arriba decía: “Chifa Gastón”. Lo que sí lamento es que no tuve tiempo de entrar (sonríe).

¿De qué manera un hombre como Gastón Acurio llega ahí?


Ahora, adonde vayas, hay televisión. En los pueblitos hay Internet. La gente participa mucho más de una vida nacional.

¿Existe una explosión de la infraestructura de las comunicaciones en el país?


Esa es la clave de todo lo que está pasando. Lo describo como una explosión comunicativa que son las dos cosas: caminos y vehículos, y teléfonos.

Otro hecho curioso te tocó vivir, ¿qué aconteció en la feria comunal de Las Bambas, a la vera del prospecto minero en Apurímac?


Sí, llegamos. Era un domingo, día de feria. Chalhuahuacho es el pueblo, que hace cinco años era una docena de casitas en medio de una puna, donde no había más que unas cuantas vacas, pero ahí cerca va a estar Las Bambas y, entonces, ese pueblecito se está volviendo un futuro Cerro de Pasco. Está lleno de vehículos y tremendas motos. El día que llegamos había dos quiosquitos donde vendían celulares Claro y los dos competían entre ellos y los dos tenían cola.

Según tu tesis, funcionan mejor los gobiernos locales (alcaldes) que los regionales, ¿qué cosas buenas se hacen y nosotros ni nos enteramos?


Muchos alcaldes hacen caminos que nadie los ve, porque es una trocha de una comunidad que nunca antes ha estado conectada. Se caminaba tres horas, ahora se llega en media hora en camión. Otra cosa que hacen, que no son conocidos, son los concursos. Los fondos que entregan a grupos de comuneros que se asocian para mejorar los cuyes en esa comunidad, una asociación de productores de cuyes de la comunidad tal.

¿Qué está sucediendo en el interior del Perú, qué se está creando?


Otra historia fascinante. La Federación Departamental de Comunidades Campesinas del Cusco hace 30 años estaba en plan de guerra permanente. Solo se veían paros, marchas, reclamos… la historia de siempre. Todos eran izquierdistas. En los años 90 se dieron cuenta que no habían logrado nada con ese plan y varios de ellos empezaron a decirse: “Tenemos nosotros que ayudarnos a nosotros mismos” y ahí nació una búsqueda de técnicas y ayudas, y empezaron a leer textos científicos. Poco a poco fueron acumulando ideas para mejorar su propia agricultura como campesinos. De ahí surgió el programa Sierra Productiva y ellos están ahora totalmente dedicados a crear pequeños empresarios.

“business”, “marketing” y “delivery”


La Biblia dice: “Lo primero es la palabra. Es la semilla de la acción”, ¿alguna reflexión?


Lo veo confirmado todo el tiempo. El poder de las palabras. Ahora hay un lenguaje de negocios que se está generalizando en el país. Muchos son términos en inglés. La gente ahora habla de “business”, “marketing”, “delivery”, ¿quién conocía esas palabras hace diez años? Es un nuevo lenguaje y son todos elementos de competitividad, que es una palabra castellana, pero es parte también de esta nueva cultura.

¿Cómo calificarías a ese peruano que gana 20 soles diarios y que vende su gaseosa, galletas, chicles, en el quiosco de la esquina?


Veo ahí un hombre con amor a su familia, porque él está haciendo eso principalmente en función de una familia y se está sacrificando. Está usando su ingenio, está trabajándose a sí mismo al máximo, o sea, sacando de él mismo.

¿Qué le sugieres a ese hombre honesto?


Hace unos días paré a que me lustre los zapatos un señor mayor. Me contó que vino de chiquillo, como el que tú describes, a vender galletas en una esquina, vino de una provincia. Hizo una vida de negocios callejeros. Ha sido cambista de dólares. Hoy lustra, pero tiene dos hijas que ya son profesionales. Tiene una casa de tres pisos en El Agustino y sigue ahí lustrando feliz.

¿Qué candidato presidencial se presenta peligroso para el crecimiento económico?


(risas) Prefiero no dar nombres, pero voy a señalar mi principal preocupación. Yo considero que en los próximos cinco años, necesitamos un gobierno fuerte con capacidad de liderar. No de seguir, no hacer cosas que caen simpáticas, sino que tenga capacidad de visión y jugarse en los grandes temas: el ecológico es fundamental, el agua hay que valorarla y hay que aprender como país a manejarla como oro. Hay que reformar el Poder Judicial, eso tampoco lo hace cualquiera. Está el narcotráfico, todas son guerras fuertes que están cantadas.

¿De qué manera la corrupción afecta la economía en general?


La mejor economía es la que premia al que contribuye a la sociedad productivamente. Cuando hay corrupción, el premiado no es el que más contribuye, sino el corrupto, entonces se debilita la economía.

Tengo mil soles para hacer un negocio, ¿en qué me aconsejas invertirlos?


(risas) Hay mucho de azahar en la inversión. Yo no invertiría todo en un solo negocio. En todos lados hay posibles negocios y la opción está en función de conocerse a sí mismo que a conocer el negocio. La mejor posibilidad de negocio está en donde uno puede hacerlo bien.

En la sierra, ¿pronuncian bien tu apellido Webb?


(sonríe) No muy bien, pero mejor que antes gracias a la Internet, por eso lo inventé para que pronuncien mejor mi apellido (risas).

¿Te sientes extranjero cuando estás en la puna o bien peruano?


No, no me siento nada extranjero. Sé que en cierta forma soy como cualquier “gringo limeño” es, pero apenas uno empieza a conversar con la gente, de inmediato uno se siente simplemente con gente.

¿Qué hiciste en Año Nuevo?


(sonríe) Me acosté temprano, a las 2 de la mañana. Estaba agripado, pero lo celebré con mi esposa y amigos.

¿Qué les inculcas a tus nietos?


Tengo siete y les aconsejo que gocen de las bromas, del juego y que hagan las cosas que les gustan hacer, que se sientan libres. La vida es muy corta y esos años deben valorarse no solo como una preparación para futuros años, sino en sí mismo. Y es parte grande de la vida esos primeros veinte años y deben ser buenos años y esa es una buena preparación para el futuro.

Dionisio Romero Paoletti me dijo: “Se va a necesitar gente para trabajar en el país, soldadores, confeccionistas, maquinistas, etc”. ¿Qué clase de trabajadores, piensas tú, va a necesitar el Perú?


El futuro está en los servicios y eso es uno de los mejores aspectos del desarrollo económico. En la economía moderna se trabaja con todo su ser, porque así es el trabajo en los servicios. Me refiero desde el buen vendedor, el buen mozo, el buen médico, el buen profesional que hace software, etc.

Gracias Richard por tu incomparable maestría para explicar los temas más complicados, pero sobre todo por tu aporte para mejorar la economía en las familias de estratos populares


Gracias. Es increíble que en un pueblito, Acobamba, de Huancavelica, una de las provincias más pobres del Perú, un jovencito de 20 años nos contó que después del colegio, había decidido irse de viaje de promoción a Machu Picchu, en Cusco, y ¿de dónde sacan la plata?, le pregunté. Me respondió: “Un poco de ayuda y nos quedamos dos semanas”. Una lección extraordinaria. Ahora, todos somos uno (sonríe).