sábado, 19 de diciembre de 2009

Divisiones empresariales

La República
Dom, 04/01/2009
Por Francisco Durand
Profesor en la U. de Texas, San Antonio (EEUU)

LLa crisis, como el sufrimiento, tiene la virtud de aclarar el comportamiento y de obligar a situarse en la realidad. Hemos entrado en esta dinámica por efecto de la Gran Depresión 2008-2009.

La discusión sobre un desaceleramiento -si el PBI baja al 6%, al 4%- está plagada de falsas esperanzas. Lo más probable es que, dada nuestra atadura al mercado mundial, y al desarrollo de una crisis internacional profunda, entremos a una recesión. Así que las fantasías presidenciales sobre la ola de inversiones, el ser optimistas y el blindaje no ayudan a ninguna discusión seria.

Desde que en 1990 se constituyó la actual estructura económica, las principales diferencias entre sectores empresariales ya no son tanto por sector económico sino por tamaño. Hoy las diferencias más marcadas son aquellas que dividen al empresariado entre grande, mediano y pequeño, y es sobre la base del tamaño que se superponen las diferencias por tipo de actividad económica.

Los grandes son básicamente los banqueros y mineros, los principales exportadores y los grupos de poder económico. Esta “gran burguesía”, nacional y extranjera, asociada en muchos casos en joint ventures, habla al país a través de la CONFIEP y al presidente al oído. Se trata de un segmento privilegiado, con gran capacidad de defender sus intereses y, cabe añadir, muy poca para entender el país. Se distingue por tener acceso preferencial, incluso presencia directa en el Estado. Tiene asimismo mayores niveles de influencia en nuestro maleable Congreso, cada vez más influido por “asesores” que preparan legislación e incluso ahora hasta intervienen en las comisiones con alarmante frecuencia.

Como corresponde a su peso, fue Jaime Cáceres Sayán, presidente de CONFIEP, fue quien le jaló las orejas al Presidente, recordándole que para enfrentar la crisis el Ejecutivo tenía que hacer algo, de modo que tengan más aportaciones las AFP.

Curiosamente, mientras venía ese reclamo en Lima, el ministro Valdivieso andaba de gira en el extranjero. Estaba “promoviendo inversiones” con su asesor Roberto Abusada -Instituto Peruano de Economía, principal consultora empresarial, especializada en preparación de normas-. Valdivieso logró responder a las presiones presentando apuradamente un menú de medidas y anunciando un gasto de US$ 3,333 millones que en gran parte ya estaba presupuestado. El “plan” no consideraba ninguna medida regulatoria de precios y tarifas, o de salida de capitales, ni de estímulo al salario. El Presidente, para componer las cosas y mostrar capacidad de iniciativa, les pidió a su vez a los grandes empresarios que presentaran un plan de inversiones. Cáceres anunció inmediatamente, y por lo tanto, sin mayor análisis, que el 2009 el sector privado invertiría US$ 14,000 millones. En medio de la alarma por la caída internacional de precios del petróleo que no repercuten automáticamente en el Perú, Cáceres también declaró que “el mercado se regula solo”, insistiendo en que las libertades del gran capital son intocables.

Los capitales medianos son un segmento de peso relativo. Incluye las grandes empresas no diversificadas que tienen peso sectorial, pero no nacional. Acumula más en el mercado interno o sirve a las empresas grandes financieras y exportadoras proveyéndolas de bienes y servicios. Su acumulación depende más del país, y de que la gente tenga dinero en los bolsillos para consumir lo que el Perú produce o lo que se importa de fuera. Fue el bloque ADEX, SNI y Cámara de Comercio de Lima quien salió a la palestra reclamando apoyo a la norma del Congreso para exonerar de impuestos las gratificaciones. Recordemos que el bloque fue formado en 1998, en la anterior crisis, cuando se retiraron de CONFIEP al sentir que no estaban siendo escuchados por los banqueros y mineros. José Luis Silva de ADEX sostuvo que la norma haría “que los ciudadanos cuenten con mayor disponibilidad de dinero, lo que se traduciría en un mayor consumo” (El Comercio, diciembre 29, p. a 6).

CONFIEP, por boca de Cáceres, la desaprobó. Se opone por razones harto primarias: las exoneraciones implican que en dos mensualidades no paguen aportaciones a las AFP. El ministro Valdivieso, fiel a la filosofía neoliberal de estimular la oferta y no la demanda, o de estimular esta última siempre y cuando se apoye al capital, no al trabajo, dijo que no le gustaba porque “beneficiaría a pocos” y debido a que generaría un alto costo fiscal. Paradójicamente, fueron las rebajas arancelarias inconsultas del MEF las que han contribuido en este gobierno a una merma fiscal, medidas que fueron condenadas por la SNI. El presidente García, silencioso al principio, ha terminado sumándose a la facción que se opone a la exoneración para los trabajadores.

Otro conflicto indicativo de las tensiones propias de una crisis es la venta de activos del Estado. Fue el valioso terreno del Pentagonito el que casi incendia la pradera cuando los sectores pudientes del distrito de San Borja, con ayuda de los generales en retiro, se opusieron a la transacción. Las versiones de que se trataba de un negociado que terminaría beneficiando a una constructora políticamente conectada -de quien se sospecha sería la beneficiara de grandes obras de construcción- contribuyeron a aumentar las tensiones y movilizar a la clase media. Al final el Presidente se dio cuenta de que le iba a costar más caro insistir y descartó la venta.

Falta mencionar a los capitales pequeños, menos organizados y por lo tanto, con mayor dificultad de hacer sentir su voz. Algunos están agremiados en CONFIEP, otros en la SNI, y los más en entidades independientes de poco peso. Sin embargo, no olvidemos que los empresarios de Gamarra organizaron una ruidosa protesta contra la competencia asiática durante la conferencia Asia-Pacífico. CONVEAGRO ha manifestado su decidida oposición al tratado de libre comercio con los EE.UU. Lo irónico del caso es los pequeños capitales se oponen abiertamente no al libre comercio, sino a una forma de comercio desigual que beneficia al productor extranjero. Tanto el gobierno chino como el norteamericano subvalúan o subsidian a sus productores, afectando injustamente a los nacionales y causando despidos y quiebras.

Hasta aquí todo claro. El otro aspecto interesante de una crisis es que como se generalizan desigualmente las pérdidas, y que los políticos tienen que reaccionar “representando mejor a sus representados”, también pueden producirse cambios en la estructura del poder y en la política económica. El reto, sin embargo, es qué proponer que sea no solo diferente sino viable cuando lleguemos a las elecciones.

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