miércoles, 6 de enero de 2010

Economías informales latinoamericanas: tragedia y potencial de crecimiento regional

Publicado en Revista Latinoamericana de desarrollo Humano


Giovanni E. Reyes, Coordinador del Informe Nacional de Desarrollo Humano PNUD-Venezuela1

Uno de los mayores dramas en que se debaten las sociedades latinoamericanas es la falta de oportunidades productivas en la región. El empleo, los puestos de trabajos permanentes y bien remunerados son escasos y no permiten a grandes sectores de la población insertarse en las nuevas dinámicas de la economía. Muchas veces de manera solapada, los países con menos recursos han enfrentado el desafío de propiciar medios de vida a trabajadores. En estas circunstancias, la “salida” se ha concretado en el inmediatismo competitivo de las maquilas.

En otros casos, los grandes contingentes de desempleados, de inmensos grupos empobrecidos, son presa fácil de las manipulaciones, por lo general en las coyunturas que traen consigo los eventos electorales. De allí una de las razones para el enraizamiento de débiles sistemas democráticos e institucionales. Ese escenario dista sólo un paso del abierto populismo y del uso demagógico de recursos estatales.

Ante la carencia de empleo estable y bien remunerado, el eslabón por excelencia entre el crecimiento económico y el desarrollo que demanda desde siempre la región, las personas entran a los circuitos de la sobrevivencia a como dé lugar, en las economías marginales. Se trata de las también llamadas economías subterráneas o informales. Es la tragedia diaria del subempleo, de las ventas cotidianas al menudeo, y donde no pocas veces la legitimidad de las transacciones se desvanece ante las urgencias y las necesidades de grupos al borde de la subsistencia.

Sin embargo, es también en esos circuitos, en donde se localiza uno de los mayores potenciales para el crecimiento económico y el bienestar en la mayor parte de las naciones latinoamericanas. La magnitud de las condiciones respecto a la economía informal regional, ha sido dada a conocer recientemente en un estudio que en un total de doce países, ha realizado el Banco Interamericano de Desarrollo.

El documento puntualiza evidencias contundentes sobre este fenómeno social. Por ejemplo: (i) el 65% de las propiedades urbanas en Latinoamérica son “extralegales”, los dueños no tienen títulos de propiedad lo que restringe su utilización como garantías para accesos financieros; (ii) el 76% de las propiedades rurales latinoamericanas son “extralegales”, se trata de terrenos invadidos; (iii) el 92% de las empresas en la región son “extralegales”, no poseen registros que les permita operar en diferentes transacciones tales como importaciones, exportaciones, e intercambios crediticios.

El referido estudio sostiene que la economía informal latinoamericana representa la nada despreciable suma de 1.2 millones de millones de dólares en “capital muerto”, es decir que constituye casi un 50% del total de producción anual que se genera en América Latina y el Caribe. Ese “capital muerto” se aproxima a casi un 75% del total de producción anual de la economía italiana.

Un país que parece haber comprendido el potencial de la situación es Chile. La ampliación de oportunidades laborales y la “formalización” de empresas subterráneas, ha contribuido a sostener un escenario económico y social en el cual, si bien es cierto que las inequidades han aumentado, no es menos evidente que el total de pobres ha disminuido en más de la mitad, respecto a las cifras que se tenían hace 13 años.

Uno de los mayores desafíos en el ámbito de la política económica de los países latinoamericanos es el de promover un reconocimiento de los espacios informales. Ello se concretaría en apoyos sostenidos a las pequeñas empresas, en sus requerimientos de capacitación productiva, de dotación responsable de créditos, y en la viabilidad de canales de comercialización. Esto último es particularmente crucial respecto a las actividades agrícolas.

Actualmente, tenemos ejemplos de cómo la confianza en los más pobres, sus capacidades y sus anhelos de salir adelante, pueden dar resultados. La magistral exposición nos la da a conocer Muhammad Yunus, con su banco de microcréditos Grameen. Desde mediados de los años setenta ha propiciado pequeños créditos a grupos de prestamistas, con especial énfasis en cooperativas de mujeres.

El aprovechamiento de las economías subterráneas latinoamericanas, y la apertura de nuevas oportunidades para la población marginada, se traduce en promover la inclusión social y el desarrollo sostenible en nuestras sociedades. Se trata de que la política cumpla con un deber concreto: que las personas puedan tener vidas prolongadas, y creativas, basadas en su esfuerzo y dignidad.


1- Professor, University College; Graduate School of Public and International Affairs, University of Pittsburgh, con numerosas publicaciones en las áreas de economía del desarrollo y asuntos políticos; ex Director Ejecutivo del Centro Internacional para la Pre-Inversión y el Desarrollo en América Central; ex representante ante la Organización Internacional del Café con sede en Londres; ex consultor de la Comisión Económica para América Latina, Banco Interamericano y la Organización de Naciones Unidas. Actualmente es Coordinador del Informe de Desarrollo Humano en Venezuela giovanni.reyes@undp.org

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