sábado, 1 de mayo de 2010

La economía nacional (parte III)

La República
Mar, 20/04/2010

Félix Jiménez
Economista Profesor Principal de la PUCP

En los artículos anteriores (partes I y II) tratamos dos de los tres factores indispensables para la construcción de una economía nacional de mercado. En este analizaremos el tercero, es decir, explicaremos por qué es indispensable un nuevo contrato social.

Cambiar la estrategia de desarrollo neoliberal por otra que implique la construcción de una economía nacional de mercado requiere un nuevo entorno político y social, una nueva coalición de poder, que asegure la construcción de la nación y la práctica de una democracia republicana. No hay otra manera de centrar la generación del circuito de demanda e ingresos en el interior del país y en beneficio de toda la población.

El contrato social neoliberal desnacionalizador

La Constitución de 1993 redujo el espacio de las políticas públicas y propició el dominio del capital transnacional y de la ideología neoliberal en la determinación del contenido de estas políticas: se introdujo el concepto de subsidiariedad limitando el papel del Estado en la economía, se eliminó la estabilidad laboral y otros derechos de los trabajadores, se convirtieron en contratos–ley los contratos de estabilidad tributaria y se perjudicó la inversión privada nacional por las desventajas relativas que enfrenta al ponerla en pie de igualdad con la inversión extranjera.

Con esta Constitución, el Estado perdió soberanía y el interés nacional pasó a segundo plano. El gobierno, en su afán por atraer inversión extranjera, acepta el óbolo minero en lugar de aplicar un impuesto a las sobreganancias, renuncia al cobro de regalías y promueve la desnacionalización de los recursos con concesiones que afectan al interés nacional y sin rigurosos estudios de impactos ambientales de las inversiones orientadas a la explotación de recursos naturales.

La corrupción y la ausencia de democracia

Por otro lado, con el neoliberalismo la corrupción se ha hecho parte del actual sistema político y de gobierno. Pocos impuestos y mercado libre para los grupos de poder económico son parte de la ideología de este sistema. Los grupos de poder eluden su responsabilidad tributaria frente al Estado, y el Estado elude su responsabilidad de proporcionar servicios básicos de calidad a la mayoría de la población. El pueblo legitima a sus gobernantes mediante su voto, pero los elegidos gobiernan en función de los intereses de minorías económicas que no han sido elegidas por el voto popular. Este ejercicio corrupto de la función de gobierno mediatiza la democracia o reproduce, sin nada que lo impida, una forma de gobernar antidemocrática.

A modo de resumen

La actual Constitución y la forma corrupta de gobernar, que es funcional al neoliberalismo, conspiran contra la generación de un circuito de demanda al interior del país, indispensable para la construcción de una economía nacional de mercado. De otro lado, la formación y expansión de mercados internos tiene que ir de la mano con el mejoramiento de las condiciones de vida de las áreas rurales de la sierra y la selva del país. Por lo tanto, en esta concepción de desarrollo no tienen cabida el estado minimalista y los mercados autorregulados del credo neoliberal.

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