16 de febrero de 2010
Extraído del blog de Raúl Mendoza Cánepa
El liberalismo peruano no ha tenido una historia feliz aunque sí muchos geniecillos malignos dispersos. Se dice que el primer asomo liberal fue el Colegio de Guadalupe, los primeros doctrinarios fueron Lorente y los Gálvez, que no constituyeron partido. Se enfrentaron a Bartolomé Herrera en un debate que no devino en un bipartidismo, como debió ser, sino en el silencio postrero.
Más adelante, Augusto Durand, encarnó el liberalismo romántico que cuajó en un partido montonero que nunca despegó del suelo. Los primeros años republicanos fueron dominados por el mercantilista y pseudomodernista Partido Civil y el conservador Partido Demócrata.
El siguiente asomo liberal ocurrió mucho después con Pedro Beltrán y La Prensa. No tomó la forma de un partido. En el Perú el liberalismo estuvo atorado, tuvo carne en un pequeño grupo de periodistas e intelectuales dispersos, nunca nada orgánico.
Fue Vargas Llosa el que trajo a fines de los 80 las ideas liberales. El Movimiento Libertad, de Vargas Llosa debió ser el gran partido liberal, pero con la derrota del 90 vinieron las deserciones y al lider le interesó poco dejar su huella. Los supuestos liberales mostraron sus reales caras, cuando no mercantilistas u oportunistas, autoritarias. Algunos se alinearon con el Gobierno de Fujimori.
La tecnocracia liberal ocupó cargos en el Fujimorato, vendieron la doctrina y se agazaparon en un régimen que les pagaba la quincena. No importa que el liberalismo fuera apenas “conducción económica y modernidad autoritaria” y la política manoseo y dictadura, allí estaban. Los veías en las grandes oficinas tomando decisiones, alimentando la dictablanda, y, eso, aún después del 5 de abril. Nadie renunció ni pontificó entonces, nadie trazó la defensa de una democracia que le importaba, realmente, a muy pocos, ya habría tiempo, “aprendan del dúctil Fouché”.
Al concluir el Fujimorato, la mayoría de liberales se incorporó al nuevo régimen, fueron paniaguistas con Paniagua, toledistas con Toledo y hasta neoapristas con García.
¿Y los auténticos liberales? Nada pues. Formaron un partido, eran los hijos directos del Movimiento Libertad que construyeron en el 2003 o 2004 la gran nueva opción: el Partido Liberal del Perú. Ghersi, Mario y Alvaro Vargas Llosa y hasta el cubano Montaner, Ferrero, Vega Alvear y más, todos felices, pero cero cobres. Claro, la política se hace sin plata, compadrito, sino mira a los apóstoles durante los tiempos del cristianismo primitivo. Si bien no llegó a inscribirse, por razones obvias, movió pisos y se hizo de varios comités. Era la nueva hornada del liberalismo.
Cuentan (yo lo vi) que un buen día un liberal de los más conocidos, radicales y brillantes recibió del entonces director de un conocido tabloide (no fue Mariátegui, por si acaso) un encargo: “reúne a los más brillantes y jóvenes liberales y hacemos una lista parlamentaria para mi amigo Humala, yo la gestiono. Muchos liberales se alinearon, unos con el caballo de Troya en la chistera, otros por probar e izquierdizarse por una curul, otros con petardos escondidos y otros más, los menos, ardiendo en cóleras y abominando de ignominioso propósito”. Querían filtrar liberales. El peregrino plan se deshizo, seguramente, cuando Siomi Lerner llegó y metió su manada.
Así quedó el Partido Liberal, con un dedo en la ventanilla del JNE y una mano en el mango del puñal con el que se habría de dar muerte. De que hay jóvenes y no tan jóvenes liberales que son como una llama o una luz cegadora, los hay. Posiblemente acaben sirviendo como tecnocratas anónimos o se pierdan en el servicio burocrático de cualquier gobierno o, quizás se rediman, rutilando en medio de la noche y se conviertan en los grandes líderes del futuro, quizás los tribunos del siglo XXI y no digo nombres, ya los conocerán.
La última aventura liberal es Bayly, que más que liberal es un libertario, un extremista a la usanza de los más descarnados libertinos del siglo XVIII. Su propuesta no se centra en el liberalismo económico, eso aburre y no engancha a nadie. Lo suyo es la libertad extrema en los asuntos personales, mi libre voluntad expresada en “con quién me acuesto, cómo me peino y la manera, muy a mi regalada gana, de cómo quiero vivir”. No representa a los liberales, es uno solo opinando un poco, no aglutina a nadie y puede fácil contaminarse si construye alianzas erradas.
Ahí está la azarosa tradición liberal. Bayly se monta en el Partido Cambio Radical, de Barba, ese mismo que dizque recibió, muy solapa él, las firma de Del Pomar (de Barranco) para sumarlas a las que él mismo reunió, un partido sobreviviente a la travesura, que es apenas una persona y que carece de bases hasta para la más nimia elección interna, cero comités y, por tanto, violación a la democracia interna (Ja, ¿Y la ONPE?) con candidaturas definidas antes de tiempo, un poco a deshoras ¿No?.
Especulaciones varias. No sé cuan real sea, que Cambio Radical pudo haber nominado a Kouri por Lima, pero no quiso quemar a Bayly antes de tiempo. Vaya círculo!, Barba: amigo de Rey y hasta señalan que es posible que Kouri se haga de Renovación y tiente Lima desde allí al final, con Felipe Castillo en el cajón. Todos somos amigos ¿No?, Rey, Barba, Alan, Kouri, Keiko. Y hasta la eficiente Xime (directora del programa de Bayly en TV), que al decir de Beto Ortíz, la hizo linda hace unos años en la campaña combi- chicha del chino ¿Recuerdan el Baile del Chino? Por ahí es que entran todos y todos juegan a una y no se sabe a qué. Keiko y Kouri, la dupla de oro, vecinos de plaza y el liberalismo sirviéndoles de felpudo a la entrada de la casa.
No dudo de Bayly y su autenticidad, se percibe que lo suyo es la vida a trasluz (hasta el descaro) aunque debiera escoger mejor sus sociedades políticas.
Adelante, de Rafael Belaunde es quizás lo más parecido o el símil de un partido liberal y tiene inscripción. Ignoro su destino en este trajín histórico, donde el liberalismo muy pocas veces sino ninguna, quedó bien parado.
La Historia lo dirá.
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