sábado, 7 de noviembre de 2009

El Fujimorismo Recargado

La República
Sáb, 18/04/2009
Por Alberto Adrianzén M. (*)

Hace días, en una comunicación personal, José Cornejo, filósofo y amigo, me decía que luego de la caída (o, mejor dicho, fuga) de Alberto Fujimori, el neoliberalismo peruano se replegó políticamente. Expresión de ese repliegue fue que permitió tanto la crítica al ex dictador como al autoritarismo político a condición de que no se afectara lo sustancial del modelo económico. Y así fue todos estos años. Sectores neoliberales, incluyendo a los empresarios, iniciaron un proceso de “blanqueamiento”, respecto a su pasado autoritario.

Su silencio político respecto al autoritarismo fue el costo que pagaron no solo para engrosar la planilla estatal, como sucedió luego de la derrota de Libertad en los años 90, ocupando puestos y carteras ministeriales en sectores claves, sino también para convertirse en una suerte de administradores y guardianes, a la vez, del modelo económico. Eso fue, en cierto modo el toledismo, pero sobre todo eso es el nuevo aprismo del siglo XXI: una extraña mezcla de neoliberalismo y de viejo y desgastado discurso populista.

Sin embargo, el panorama político ha cambiado sustancialmente. Y si bien es cierto que ello guarda relación con la condena a Alberto Fujimori, también está asociado a la crisis del propio modelo económico neoliberal. En realidad, el regreso de los viejos fujimoristas a la palestra después del juicio al ex dictador, se debe a un doble temor: por un lado, a que la sentencia a Fujimori se convierta en la antesala de la derrota política del fujimorimo en las próximas elecciones y, por el otro, a que el modelo neoliberal, por los efectos de la crisis económica y del fin político del fujimorismo, sea cambiado por otro muy distinto.

Dicho de otra manera, el neoliberalismo ha decidido de una vez unir su futuro a la suerte del autoritarismo fujimorista o, mejor dicho, ha optado, también una vez más, por el fujimorismo como el mejor garante y promotor del modelo económico, como lo fue en la década pasada. Ello comprueba algo obvio, pero que muchos no quieren reconocer: que el ethos político del neoliberalismo es el autoritarismo, más aún en esta época de crisis económica internacional. Quien mejor ha expresado este nuevo talante reaccionario es el ex vicepresidente fujimorista Francisco Tudela. En una reciente y, además complaciente, entrevista en La Hora N (Canal 8) llama, prácticamente, a borrar del mapa a los izquierdistas y a los nacionalistas porque considera que ellos son la verdadera amenaza en el país.

A ello se suman titulares y columnas periodísticas en algunos diarios y en revistas especializadas criticando la sentencia, hasta incluso una “encuesta” que, manipulando (incluyo al diario Correo) preguntas y cifras, intenta demostrar lo indemostrable: que una supuesta mayoría se opone a la sentencia contra Fujimori, como si se pudiese sumar aquellos que están en contra de la misma por su simpatía con otro segmento de entrevistados que también está en contra pero porque considera que la pena es leve. Es como pedirles a los fujimoristas y a los antifujimoristas que marchen juntos por la calle porque se “oponen” a la sentencia. Algo ridículo, que mucho habla tanto del poco profesionalismo como del favoritismo político de esa agencia encuestadora y de ese diario. El asunto, pues, es tan obvio que hoy asistimos a una ofensiva por todo lo alto para “levantar” la figura de Keiko Fujimori como una de las mejores opciones electorales en el 2011 contra todos aquellos que planteen el cambio del modelo económico y poner fin a la impunidad.

Si bien la derecha no define aún qué candidato los va a representar este 2011, lo que debe quedar claro es que frente a una propuesta que amenace el modelo económico, levantarán como alternativa el autoritarismo, es decir, un fujimorismo recargado. El 2011 podría ser el año en que las elites económicas y sociales, ayudadas seguramente por el alanismo y los poderes fácticos, traicionen, una vez más, a la democracia peruana.

Por eso la derrota del autoritarismo fujimorista es una condición necesaria si queremos cambiar el país, pero también si queremos ampliar y consolidar la democracia. Dicho de otra manera: la transformación de la democracia pasa necesariamente por el cambio del modelo económico ya que éste no solo provoca el aumento de la pobreza y la desigualdad entre los peruanos sino también porque es el caldo de cultivo del autoritarismo. Neoliberalismo y democracia, como bien dice José Cornejo, son antitéticos. La democracia no se fortalece si la economía, como hoy sucede, continúa en pocas manos, lo mismo que el Estado.

Construir una crítica democrática al modelo económico neoliberal es el mejor camino para enfrentar el autoritarismo fujimorista. Ello supone cambiar la economía, pero también la política, fortaleciendo las instituciones, el estado de derecho y ensanchando la participación del pueblo en las grandes decisiones.

(*) http://www.albertoadrianzen.org/

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