viernes, 23 de marzo de 2012

El Consenso de Mario


22 de marzo de 2012  Fuente Caretas

En medio de un gobierno poco inclinado a tomar partido, evento presentado por el Nobel devuelve los liberalismos al debate. Además entrevista exclusiva

“Hoy tenemos consensos muy amplios en favor de políticas de mercado”, dice Vargas Llosa. “Eso es revolucionario. El mercado es la mejor manera de asignar recursos. La empresa privada es la locomotora del desarrollo. Lo importante es que ese modelo no se nos deteriore, no se nos degrade. Hay que defender estas democracias que tenemos aunque sean imperfectas, aunque estén corroídas por la corrupción”.
“Mario Vargas Llosa es una suerte de profeta cívico del Perú que estamos viviendo ahora”.Enrique Krauze, historiador mexicano.
“Hay un sesgo informativo tendencioso donde se quiere recuperar el orden. Les ponen la lupa a los estudiantes en Chile y los problemas de Colombia porque todavía tiene fuerza una internacional de las izquierdas que medra en los medios”.Luis Alberto Lacalle, ex presidente de Uruguay.
“Permítanme discrepar tanto del exceso de neoliberalismo como del burocratismo. Ambos acabaron el Estado por decreto”.Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia.
“Chávez es como la CNN con un poco del canal de historia, el doméstico, el de comedia y el Discovery”.Jorge Quiroga, ex presidente de Bolivia.
“Si el error enseña, la Argentina está al borde de la sabiduría”.Mariano Grondona, periodista.
“Cuidado que los conflictos sociales de los que alerta la Defensoría abonen el terreno para un populismo fácil que está buscando ganar una segunda, tercera elección”.Alejandro Toledo, ex presidente del Perú.
“Se ganarán batallas pero la guerra misma no se ganará jamás”.MVLl.
El primer seminario organizado en Lima por la Fundación Internacional para la Libertad, presidida por Mario Vargas Llosa, contabilizó unas nueve horas de exposiciones ofrecidas por veinte panelistas.

Hugo Chávez, bête noire de los convocados en la Universidad de Lima, se bastó por sí mismo para hablar durante igual e interminable período en la reaparición de su Aló Presidente, también el martes 20.

Los argentinos Marcos Aguinis y Mauricio Grondona coincidieron en la cualidad hipnótica de los líderes populistas, llevada al paroxismo por Chávez, que insisten y machacan con su mensaje hasta que logran calar en partes vulnerables de la población.

El ex presidente Quiroga añadió que durante años fue subestimado el “talento comunicacional” de quien es un “hábil político e inepto gobernante”.

Krauze sentenció que “Chávez ha llevado el narcisismo a una categoría meta-histórica, por lo que se podría deducir que ahora Venezuela está gravemente enferma de cáncer”.

El Nobel lideró una ovación de pie para Uribe, que tiene al menos a una docena de sus colaboradores sentenciados en la cárcel y fue recibido literalmente como un héroe por sus colegas, cuando el colombiano criticó la “permisividad” de los nuevos presidentes que cumplen “con visitas de obsecuencia a la dictadura de Cuba y la nueva dictadura de Venezuela”.

Chávez, pues, la pone fácil. Así como durante la campaña del 90 Vargas Llosa le agradecía abiertamente a Alan García I por los estropicios que precipitaron su ingreso a la política, hoy la desmesura del venezolano funciona de blanco ineludible, con las experiencias de Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua sumadas en la cola de cuestionamientos.

No es nada complicado ponerse de acuerdo con la institucionalidad democrática y el respeto a los Derechos Humanos que propugna el liberalismo clásico tan ardorosamente abrazado por el escribidor.

¿Ocurre lo mismo con todos los postulados de la economía abierta?

El ex ministro chileno José Piñera, más conocido por ser el artífice del Sistema Privado de Pensiones, contó que venía de asesorar a varios países en Europa todavía incapaces de asimilar “la quiebra del Estado de Bienestar”. Añadió que, mientras que la deuda pensionaria europea equivale al 300% de su PBI y la de Estados Unidos al 100%, la de Chile marca solo 6% y “llegará al 0%”.

Mauricio Rojas, escritor y ensayista del mismo país residente en España, cuestionó a los llamados ‘indignados’ que salieron a protestar “porque creen que alguien va a asegurarles el nivel de vida que ya quisieran muchos en el mundo. Están shockeados, no entienden nada, formados por esta escuela que los educó para ser ricos y les hizo olvidar lo fundamental. Es patético”.

Lo fundamental es, claro, el valor del trabajo del individuo como pilar principal del liberalismo.

Las sugestivas críticas a la complacencia del viejo continente se opusieron, en cambio, al silencio sobre la brutal desregulación neoliberal causante de la crisis financiera que hasta ahora lastra a Estados Unidos y lo tiene sumido en una polarización política con pocos precedentes en su historia.

Es probable que el terror a ser relacionado con el sambenito (“la palabra neo ensucia las cosas”, se quejó Aguinis) impidiera que Ollanta Humala inaugurara el evento, tal como se esperaba. O puede que simplemente ya no quisiera responder a más preguntas sobre Antauro.

Pero con su ausencia el Presidente también se perdió un muestrario de matices que le hubiera dado algunas herramientas para los tiempos que corren, entre la chicha y la limonada.

Y no solo fueron las diferencias entre liberales reconocidas por el propio MVLl, con respecto al aborto, eutanasia y el matrimonio homosexual.

Todas posibilidades que él suscribe, por cierto, al igual que la legalización de las drogas. Caso contrario este último al de Quiroga y Uribe, el boliviano porque considera imposible alcanzar un consenso y el colombiano, una suerte de predicador político ascético, porque formula la cuestión del creciente consumo como un problema moral. “Todos los sicarios capturados en mi país actuaban bajo el influjo de la droga”, recordó.

Uribe fue también quien cuestionó “el exceso de partidismo” y defendió el derecho de los políticos de “combinar la democracia representativa con la participativa”. Los académicos como Krauze consideran que la segunda se convierte en la excusa de los nuevos populismos. Por algo será que Uribe fue un popularísimo presidente de derecha que no pudo ir a la re-reelección porque se lo impidió la Corte Constitucional. A diferencia de Fujimori, vale recordar, respetó la ley y escogió a su sucesor en la Casa de Nariño.

Al final, persiste el misterio del desencanto. El chileno Piñera, a su vez evangelista de las economías abiertas y el Estado menguante (“ojalá un ministro recortara sus prerrogativas y eliminara su propio ministerio cuando se vaya”) se apresuró a minimizar las protestas de los estudiantes en su país provocadas por un nuevo “fervor izquierdista” como el que, dijo, terminó en la dictadura de Pinochet. “No crean por un segundo que el sistema peligra”, advirtió.

El novelista, en cambio, se preguntó por las “protestas contra una educación que es la más avanzada de América Latina, en un modelo de democracia, de políticas de apertura y de inserción a los mercados del mundo. ¿Cómo es posible? ¿Qué es lo que ha pasado?”.

Aventuró que “algo debe añadirse al desarrollo material para alcanzar esa aproximación a la felicidad. No soslayemos la cultura y la vida del espíritu al desván de las cosas prescindibles”. Una respuesta incompleta que, aún así, dejaba ver detrás la llama de la inconformidad.

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