miércoles, 16 de junio de 2010

Fidel tenía razón

19 de abril de 2008

Connuestroperu
Por Humberto Campodónico

"No es frecuente que esta revista se encuentre de acuerdo con Fidel Castro, el dictador comunista de Cuba. Pero cuando este se levantó de su lecho de enfermo la semana pasada para escribir un artículo criticando el entusiasmo nada saludable de George Bush por el etanol, dio en el clavo. Junto con otros críticos de la "marcha hacia el etanol", el Sr. Castro advirtió en contra de la "siniestra idea de convertir los alimentos en energía".

Eso dijo la revista inglesa The Economist, en abril pasado. Esta semana, Alistair Darling, ministro de finanzas de Inglaterra, pidió revisar los programas internacionales de biocombustibles; un panel de asesores científicos de la Unión Europea demandó la suspensión de la meta al 2020; y Jean Ziegler, relator de la ONU sobre el derecho a la Alimentación ha dicho que la producción en masa de biocombustibles es un "crimen contra la humanidad".

En Europa y EEUU, el etanol se obtiene del maíz y los gobiernos otorgan subsidios a los agricultores que lo producen. Por tanto, disminuye la cantidad de maíz para alimentos, lo que aumenta su precio. Para gozar de los subsidios, los productores de trigo y soja se pasan al maíz, lo que eleva los precios del pan (y los fideos) y el aceite. Del 2004 a la fecha, los precios del maíz, trigo y soja se han, al menos, triplicado.

Lo peor es que la ecuación energética del etanol de maíz es negativa: según Timothy Searchinger, de Princeton, la emisión de contaminantes que conlleva la producción de un litro de etanol de maíz es mayor al ahorro de energía que produce su consumo. Dice Searchinger que la posible excepción es el etanol de caña de azúcar de Brasil, pues necesita muy poca energía en su cultivo y la refinación es rápida.

El impacto sobre los países importadores netos de alimentos (como Perú) ha sido fortísimo. Dice Robert Zoellick, del Banco Mundial, que estas alzas pueden causar graves disturbios sociales en 33 países. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha dicho que en los 3 primeros meses del año ya se le acabó el presupuesto, por lo que hay riesgos de hambruna para 100 millones de personas.

Dice el New York Times que el 20% más pobre de la población de EEUU solo gasta el 16% de su ingreso mensual en alimentos. Pero en Indonesia el mismo gasto es 50%, 65% en Vietnam y 73% en Nigeria. Conclusión: "allí donde la comida representa el 50 a 75% del ingreso, no hay margen de sobrevivencia" (New York Times, 10/4/08).

En el Perú la inflación de alimentos también golpea a los pobres. Según información de Apoyo, citada por el presidente del BCR, Julio Velarde, en el 2007 la inflación fue más alta para el sector E (4.33%) que para el A/B (3.09%). Ojo, esta es la inflación de Lima, porque en las ciudades de provincias, según INEI, fue casi el doble.

Además, solo el 26% de los ingresos del A/B va a alimentos, mientras que en el E la cifra sube al 59% (¿sin margen de sobrevivencia?). Podría sorprender que C y D le destinen 46 y 55%, pero esto es el corolario de la desigualdad en la distribución de los ingresos de la bonanza económica: los sueldos y salarios reales de Lima están estancados desde hace años.

La situación mundial nos dice es que "la idea siniestra de convertir alimentos en energía" —impulsada por los subsidios estatales de los países ricos— lleva a la inflación mundial (también influye el aumento de la población en China e India). Y que esto tiene para rato. Por tanto, la solución local no puede ser dejada al "libre albedrío del mercado". Se necesitan políticas sectoriales activas, ya. Más que en otros sectores, en el agro urge poner el péndulo al medio en los roles del mercado y el Estado.

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