miércoles, 14 de septiembre de 2011

La inmovilizadora popularidad



14-09-2011 | Juan Sheput

Fuente Diario16


Tengo la impresión que el Perú tiene síntomas de la llamada enfermedad holandesa. La abundancia de recursos naturales y el aumento de nuestros ingresos por su exportación han logrado que se aprecie, que se fortalezca nuestra moneda, perjudicando la competitividad de nuestras exportaciones no extractivas, justo aquellas que generan más empleo, como las de manufactura por ejemplo.

Lo pernicioso de esta enfermedad es que la abundancia de recursos tapa todas nuestras deficiencias. Si por efecto del bajo tipo de cambio alguna empresa manufacturera sale del mercado pues no importa, se suple con las importaciones.

Pero tan perversa como la enfermedad holandesa es el virus de la inmovilidad por la alta popularidad. Este virus, el de la inmovilidad, convierte a las autoridades en rehenes de las encuestas. Están atentos a ellas, se preocupan de la coyuntura, los mensajes vienen con su cuota de demagogia y siempre van dirigidos al “pueblo”. No quieren que nada afecte a su club de admiradores y, por extensión, claudican de la posibilidad de hacer algún tipo de reformas.

Sucedió con Alan García y Luis Castañeda Lossio. Ambos gozaron de un entorno favorable para hacer reformas en sus respectivos ámbitos, pero se negaron a ello. La popularidad lo impedía. Y así se pasaron 5 años con García y 8 años con Castañeda administrando la inercia. Un periodo de tiempo desperdiciado, pues la situación del Perú sería otra, de cara a la potencial crisis que se avecina, si en el periodo inmediato anterior se hubieran hecho reformas. Igualmente, si Lima está en un estado caótico es porque el anterior alcalde privilegió el cemento, a pesar que es una receta que no ha funcionado jamás, como solución para un transporte que cada vez es más caótico porque simplemente es un problema complejo que va más allá de la simple obra física.

Datum nos indica que el presidente Humala tiene una popularidad del 70%. Bien por él y su gobierno. Sin embargo, me temo que dicha popularidad nos condenará al inmovilismo y a la apuesta por el programa social. No hay reformas en el horizonte, a pesar que el Ejecutivo podría contar con el apoyo de un Congreso que ha claudicado de su rol opositor y apuesta, al igual que el Ejecutivo, por la popularidad.

Ello nos lleva a varios peligros. Primero, a satisfacernos con tan poco, con reservas importantes pero no contundentes, que ascienden a 50,000 millones de dólares que en cualquier momento se podrían volatilizar pues el BCR no diversificó comprando oro. Segundo, que nuestra economía siga vulnerable, amparada en precios altos de minerales. Tercero, que perdamos la ola de la competitividad, que exige cambios urgentes en institucionalidad, capital humano, innovación e infraestructura. Apostar únicamente por infraestructura solo sirve para flotar y el Perú requiere avanzar. Es lo que hizo García, con el deterioro social que salta a la vista. Nos alegramos porque el Perú recupera 6 posiciones en el Índice de Competitividad pasando del puesto 73 al 67 pero nos olvidamos que en el 2004 estábamos en el mismo lugar, en el 67. Me pregunto ¿a eso se llama avanzar?

Lamentablemente saltamos alegremente a falsas conclusiones motivados por algo peor que un mal debate público: la ausencia de debate público. La abundancia de programas sociales suena a populismo más que a inclusión o mucho menos, competitividad.

Uno de los grandes problemas es que el gobierno sigue pensando que el Perú es un país mayoritariamente pobre y ya no es así, moviéndose, anacrónicamente, en la lógica del programa social. Necesitamos de otro tipo de medidas que nos hagan más competitivos en un entorno cada vez más agresivo. Sin embargo, todo parece indicar que hemos apostado por el continuismo y la inercia, es decir, la medianía total.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El hombre que se adelantó


Fuente La República

29 de mayo de 2011
Por Álvaro Vargas Llosa



Los insospechados hallazgos de William Mangin, el científico social norteamericano que, a diferencia de lo que muchos creen, fue el primero en estudiar la informalidad  en el Perú.

Publiqué hace unos años tres textos demostrando que William Mangin, antropólogo norteamericano, había sido el primero en estudiar la economía informal en el Perú y en divulgar la visión de este fenómeno como algo que representaba un enorme potencial. Publicó varios textos en Estados Unidos y uno en La Prensa, de Pedro Beltrán. Como mi amigo “Peluca” de Soto ha eludido debatir conmigo sobre este y otros temas, ofrezco una versión ligeramente actualizada del primero de aquellos textos.

Hago una consulta a un historiador norteamericano a propósito de un asunto menor, y me dice: “Te respondo si me prometes que harás justicia en el Perú a William Mangin, el hombre que se adelantó 30 años en la exaltación de la economía informal y a quien nadie menciona”. El chantaje me desarma, de modo que me zambullo en la obra de este antropólogo jubilado de Syracuse University. Descubro, en efecto, que lo vio y lo supo todo con tres décadas de anticipación. Si el Perú, donde realizó meticulosas pesquisas en los años 50 y 60, hubiera prestado atención a los textos académicos en los que desbarató los prejuicios que entonces rodeaban –y rodean todavía– a la economía informal, seríamos una mediana potencia. En la parte final de El otro sendero se concluye que los informales no son, como creen la izquierda y la derecha, un problema: más bien, un problema que contiene su propia solución. Los jóvenes liberales de entonces no sospechábamos que esa idea y esa frase eran también el título de un deslumbrante ensayo de Mangin publicado en el verano de 1967, en la Latin American Research Review: “Latin American Squatter Settlements: a problem and a solution”. No es su única contribución a la materia. Tres años después recogió en un libro del que fue editor, Peasants in cities (Campesinos en las ciudades), varios ensayos más, entre ellos “Tales from the barriadas” (Relatos de las barriadas, como se llamaba entonces en el Perú a los pueblos jóvenes). Mangin comprendió que en los pueblos jóvenes germinaba no una revolución proletaria sino una economía de mercado, y que la gente daba respuestas creativas, audazmente empresariales, a unas condiciones creadas por la proliferación de obstáculos legales, en abierto desafío a un Estado incapaz de brindar los servicios prometidos.           Antropólogo intelectualmente honrado, acató lo que sus ojos vieron y lo dijo sin ambages. En 1963, antes de que mis padres estuvieran casados, ya escribía: “Las barriadas son por lo general lugares tranquilos habitados por grupos de familias muy trabajadoras, pero su imagen pública es: violencia, inmoralidad, pereza, crimen y política revolucionaria de izquierda”. Dos años después, gracias a sus investigaciones en el asentamiento General Benavides (nombre usado para disimular el de Ramón Castilla, el mismo que usaría para su investigación Hernando de Soto años después sin mencionar a Mangin), aseguraba: “Ningún futuro gobierno tendrá la fuerza suficiente para expulsar a los más de 200.000 invasores de tierra alrededor de Lima”. En 1967, afirma, en su ensayo “Latin American Squatter Settlements: a problem and a solution”, que “los asentamientos humanos representan una solución al complejo problema de la rápida urbanización y migración, así como la escasez de vivienda. El problema es la solución”. Explica que “han organizado desde sistemas de agua privados hasta mercados, división del trabajo y grupos que recaudan dinero para comprar la tierra que habitan”. Añade que tienen “tribunales no oficiales para disputas menores”. Observa que “los asentamientos están formados abrumadoramente por familias pobres que trabajan duro y aspiran a salir adelante legítimamente”. Su conclusión de hace 37 años, a partir del fenómeno que había estudiado, es impecable. Estas son las cuatro contribuciones que, según él, los informales estaban haciendo a la economía nacional: “inversión en vivienda y mejora de la tierra”, “mercado de trabajo”, “crecimiento de la pequeña empresa” y “un capital social intangible invertido en la formación de la comunidad”. ¿Y por qué esta economía promisoria no daba el gran salto? La razón es precisa: “Los reglamentos de zonificación y planificación impiden la expansión de la economía local”. Es decir: por culpa de las normas estatistas. Si los gobiernos de los años 50, 60 y 70 (en esa década aconsejó en Lima otorgar títulos de propiedad a los informales) hubieran prestado atención a estas macizas lecciones, el Perú sería otro. Lo mismo puede decirse de otros países latinoamericanos. En los años 70, estudios “ninguneados” que hoy nadie cita dieron en el mismo blanco. Por ejemplo, “The evolution of the law in the barrios of Caracas” (La evolución de la ley en los barrios de Caracas), de Kenneth Karst, Murray Schwartz y Audrey Schwartz. En el África, el antropólogo Keith Hart, otro nombre recoleto, afirmaba respecto de Ghana, usando la palabra “informalidad”, lo que otros señalaban en América Latina. Cada generación vuelve a descubrir las mismas verdades, incesantemente. Algunos países aprenden a respetarlas. Otros, no. Hace unos días, de paso por Nueva York, enterado de que no estaba muerto, como suponía, ubiqué a Mangin. Le agradecí lo que hizo por el Perú y le ofrecí disculpas por el silencio en que se guarda su nombre. “¿Por qué no le hicieron caso?”, le pregunté. Respondió: “Porque la izquierda creyó que yo era muy poco revolucionario y la derecha creyó que lo era demasiado”.

Cómo seguir creciendo

La República
29 de mayo de 2011

Por Pedro Francke
Profesor de economía de la PUPC
Mantener el crecimiento y la ampliación de oportunidades económicas es una de las prioridades para el próximo quinquenio. La discusión que en esta campaña electoral se ha dado sobre este tema, sin embargo, ha estado muy marcada por prejuicios ideológicos e ideas simplistas levantadas mediáticamente. Replanteemos tres temas críticos al respecto.
Mercado, incentivos y Estado
Un prejuicio en el que se insiste es que cualquier mayor intervención del Estado para regular y promover la economía llevaría a que se detenga el crecimiento económico. Con este argumento, cualquier visión que proponga un nuevo rol del Estado en la economía es anatemizada.
Sin embargo, la idea de que mientras más regulada sea la economía menos se crece no tiene respaldo científico. Los análisis estadísticos que se han hecho internacionalmente no demuestran que a menos Estado más crecimiento. Países en los que el Estado puede representar 40% o 50% del PBI, como Francia o Suecia, han tenido altos niveles de crecimiento económico. En América Latina, durante los últimos años, países como Brasil han tenido un fuerte crecimiento, mientras Uruguay o Costa Rica han logrado a lo largo de la historia alto progreso económico junto con fuerte presencia estatal.
Esto se debe a que el Estado puede promover a los actores privados a invertir más y mejor. En la innovación y cambio tecnológico, por ejemplo, que es un tema fundamental para tener un crecimiento sostenible, es necesario que el Estado apoye con fondos y articulando empresas, universidades e investigadores. La promoción de cadenas de valor hacia productos de mayor valor agregado y la búsqueda de nuevos mercados en el exterior son también acciones necesarias para crecer económicamente. En estas áreas, el Estado peruano tiene que ser más activo y fuerte, ya que priorizar la extracción de recursos naturales es una receta que no permite un crecimiento sostenible y que solo nos permitirá crecer algunos años.
Las empresas públicas, que en el Perú han sido tan mal manejadas, han sido fundamentales en otros países en sectores como el petrolero. Brasil ha logrado grandes éxitos económicos recientes con Petrobrás, y también otros países como México, Chile o Colombia mantienen empresas petroleras públicas muy dinámicas. La energía es un insumo estratégico, y como tal la tratan todos los países, y en esta área no estamos aprovechando todo lo que podríamos recursos con los que hemos sido bendecidos, como nuestros gas y petróleo.
Estabilidad macroeconómica
Un tema ausente en el debate de estos meses ha sido la estabilidad macroeconómica, que casi se da por sentada, a pesar de que estamos sobrepasando la meta de inflación del BCR y de la megacrisis internacional vivida hace apenas un par de años.
Parecemos haber olvidado que entre 1998 y el 2001, a fines del gobierno de Fujimori, la economía peruana entró en recesión porque hubo un manejo macroeconómico desacertado ante una crisis externa. Luego de que se lograra una recuperación entre el 2002 y el 2008, nuevamente el 2009 una respuesta tardía a la crisis externa hizo que el crecimiento se detuviera.
Nuestro país es vulnerable a crisis externas porque somos un país pequeño, abierto y con libre circulación de capitales. Hemos acumulado una gran cantidad de Reservas Internacionales, pero tan importante como tenerlas es saber manejarlas bien.
Un mejor esquema de manejo macroeconómico desde el BCR se estableció en el 2003, cuando bajo la dirección de Oscar Dancourt el BCR introdujo el esquema de metas explícitas de inflación y manejo monetario mediante tasas de interés de referencia, que se ha mantenido hasta ahora. Pero en los últimos años el MEF no ha aplicado siempre una política fiscal contracíclica. Afirmar una política macro anticíclica y mejorar la regulación prudencial de los bancos siguen siendo cruciales para mantener el crecimiento.
Impuestos y capital humano
Algunos ponen énfasis en que más impuestos pueden desincentivar la inversión, aunque es claro que, con tasas de retorno estratosféricas como las que hoy tiene la minería, el atractivo a la inversión es más que suficiente. Pero se olvida que sin impuestos no hay salud ni educación de calidad, y que sin esos componentes básicos de capital humano el progreso económico se detiene.
Si queremos avanzar con tecnologías más avanzadas, con mayor diversidad de productos, con negocios más complejos hacia mercados más exigentes, el talento de los peruanos tiene que ser potenciado con conocimientos y habilidades propias del siglo XXI.
No solo es cuestión de mejorar la calidad de la educación. El 20% de niños desnutridos crónicos y el 37% con anemia van al colegio con grandes dificultades fisiológicas para un buen aprendizaje. Los 30 mil enfermos de tuberculosis tienen también disminuidas sus capacidades de trabajar. La salud pública tiene que ser priorizada.
Mantener el crecimiento económico parece ser una prioridad para los peruanos. Eso no es igual a mantener el modelo económico actual; por el contrario, algunos cambios son indispensables para que ese crecimiento pueda mantenerse y continuar, evitando riesgos y dándole mejores fundamentos.

Responsabilidad social empresarial


Por Dionisio Romero P.
Si bien nuestro país viene progresando y reduciendo los niveles de pobreza en las últimas décadas, quedan aún muchas necesidades pendientes por resolver y un nivel de pobreza y pobreza extrema inaceptables, que todos los peruanos, sobre todo los que tenemos cargos de dirección, ya sean políticos, mediáticos, eclesiásticos, gremiales, empresariales, u otros, tenemos la responsabilidad ineludible de dar nuestro mejor esfuerzo para tratar de desaparecerla.
Los empresarios somos conscientes de que debemos sostener relaciones éticas y transparentes con todos los actores de nuestra sociedad, desarrollar productos y servicios de calidad a precios competitivos, pagar impuestos, pagar sueldos y beneficios justos a nuestros colaboradores. Pero además, debemos usar nuestra imaginación e iniciativa para desarrollar exitosos programas de Responsabilidad Social Empresarial.
Si bien hay una infinidad de alternativas loables, opino que las de mayor impacto son aquellas que atienden de manera eficiente, con costos razonables, las necesidades sociales más importantes. Voy a mencionar sólo algunas que considero muy valiosas por su potencial de replicada masiva, en beneficio de cientos de miles y hasta millones de peruanos:
Inclusión Digital: proyecto de Empresarios por la Educación, auspiciado por empresas privadas,  capacita a los maestros en el manejo de  softwares educativos y de Internet, en coordinación permanente con el Minedu. Además de otorgar equipos, promover y financiar la conexión a Internet, tiene convenios con organizaciones internacionales y  facilita al maestro nuevas tecnologías de información y comunicación. Así, los profesores, actualizan sus currículos,  potencian los contenidos de sus clases, comparten experiencias con colegas de otras naciones y brindan una educación innovadora a sus alumnos.  A la fecha  llega a 13 Regiones, atendiendo a más de 62,000  maestros y más de 1’000,000 de alumnos. La promoción del maestro es la clave fundamental para un desarrollo educativo sostenido y este proyecto, con el apoyo de organizaciones y el Estado, podría abarcar todo el país a corto plazo.
Comisarías Modelo: proyecto de la Asociación Amigos de la Policía, que con el aporte de empresas privadas y tras un exitosísimo piloto en Surquillo logró modernizar todas las comisarías de Callao, dotándolas  de computadoras y software para establecer mapas geo-referenciados de la delincuencia. El beneficio es una importante y comprobada reducción en la criminalidad que demuestra que con coordinación, tecnología y voluntad participativa se pueden modernizar todas las comisarías del país para mejorar la Seguridad Ciudadana.
Matemáticas para Todos: iniciativa educativa vía Internet de Apoyo Consultoría, financiada por empresas, que ha beneficiado a más de 500 mil niños del país. A través de la web, los escolares acceden a diferentes niveles de juegos y exámenes matemáticos y acumulan puntos que son canjeados por  premios. Sería importante articular esta iniciativa con la de Fitel y con el esfuerzo del Ministerio de Educación en el programa One Laptop per Child,  acompañada de otras disciplinas, como un sistema integral de apoyo a la educación de altísimo impacto.
Sierra Productiva: proyecto liderado por Carlos Paredes y los Yachachiks (“quien lleva el conocimiento”), permite a núcleos familiares en zonas alto-andinas implementar 18 tecnologías de bajo costo y fácil instalación, dotándolos así de mejores herramientas de producción y salud.  Una de ellas es la construcción de pequeños reservorios de agua, que permite regar los campos por aspersión durante todo el año. Al mejorar la producción las familias salen de la pobreza extrema, se alimentan mejor, venden sus productos y desarrollan eficientes cadenas productivas. Estas tecnologías de valor extraordinario han permitido a miles de familias mejorar sus condiciones de vida. Con mayor difusión podrían ser implementadas en otras regiones. 
Para Quitarse el Sombrero: un programa educativo, con objetivo y estilo pedagógicos, utiliza la gran capacidad de llegada de la televisión (98% de las viviendas del Perú) para promover a nivel nacional diversos proyectos de orden económico-social que se desarrollan con éxito en todo el país, impulsando su réplica, para el beneficio de nuestros compatriotas. Este programa ha promovido Sierra Productiva, entre otros proyectos de alto valor y replicabilidad.
Como éstas, hay muchas iniciativas de RSE llevadas a cabo por diversas empresas en todo el país. Lamentablemente por falta de espacio y, debo admitir, en muchos casos por desconocimiento, no las puedo comentar. Sin embargo, es necesario subrayar el compromiso con nuestro país,  que nos motiva a seguir invirtiendo para generar empleo y a participar de manera activa en iniciativas exitosas de RSE, que cumplan con el objetivo común de desaparecer la pobreza en el Perú. Es un deber impostergable de  todos  encaminar nuestros esfuerzos hacia el logro de esta gran meta nacional.

Cruzada redistributiva


Fuente La República

Por Germán Alarco Tosoni
Investigador CENTRUM Católica

Ya se inició la campaña contra el aumento al salario mínimo vital a 750 soles. Se dice que este ajuste sería negativo para el nivel de empleo, que muchas empresas no podrían pagarlo, que afectaría seriamente a las micro y pequeñas empresas y que generaría presiones inflacionarias. El ajuste del salario mínimo es una herramienta de política pública, que con muchas otras podría ser útil para iniciar una cruzada para mejorar la distribución del ingreso en el país.
En la determinación de los salarios hay diferentes enfoques en juego. Destacan como opuestos el neoclásico y el keynesiano. Según el primero, la contratación de mano de obra depende del nivel del salario real y el stock de capital, donde remuneraciones bajas son positivas para la demanda de trabajo en las empresas, mientras que las altas son negativas. En el keynesiano, el nivel de contratación depende ante todo de los niveles de producción. El empleo es un resultado del nivel de actividad económica.
Es cierto que remuneraciones reales más elevadas pueden desalentar marginalmente alguna contratación, cuando esta corresponde a una decisión de las unidades familiares; sin embargo, el empleo en cualquier empresa dependerá de los niveles de producción, de las tecnologías en el equipo y de proceso establecidas. Nadie contrata a un trabajador adicional o uno menos del que corresponda técnica y económicamente hablando. Una mayor participación de las remuneraciones en el PBI es positiva, para los postkeynesianos, sobre la demanda, el nivel de actividad económica e inversión. En la teoría de salarios de eficiencia, menores remuneraciones generan más rotación del personal, menor calidad en los bienes y servicios producidos, mayores gastos de capacitación y entrenamiento. 
Existe una falsa visión de que los incrementos en las remuneraciones deben plasmarse necesariamente en los precios. En la teoría neoclásica, las remuneraciones reales deben crecer de acuerdo a la productividad. En los últimos diez años el producto medio por trabajador creció 50%, mientras que las remuneraciones reales lo hicieron en promedio menos del 10%. Hay espacio para subir las remuneraciones, ya que la participación de la mano de obra por unidad de producto en lugar de aumentar se ha reducido. No en vano las remuneraciones sobre el PBI han disminuido su contribución del 40% a solo 22% entre los años sesenta y 2009.  
La modificación del salario mínimo vital sí impacta sobre los ingresos efectivos de la población. En el último informe del INEI sobre la situación laboral de marzo-mayo del 2011 se observa que, ante el incremento del salario mínimo de 550 a 600 soles, los ingresos promedio en Lima se elevaron en 9%. Es complejo realizar cálculos del impacto probable, ya que la información estadística es deficiente y las respuestas varían en el tiempo. El aumento del salario mínimo vital reduce las brechas intersalariales. Su impacto en la distribución funcional no sería despreciable. Es obvio que se circunscribiría principalmente a parte del ámbito urbano y el sector rural moderno.
A nuestro entender existe la suficiente capacidad instalada ociosa para atender la mayor demanda y tenemos las divisas suficientes. El impacto sobre las finanzas públicas sería menor. Para que este ajuste sea efectivo se requiere que los precios al consumidor no se eleven. Deberían ser contrapartida de menores márgenes de ganancia y de comercialización. Para lograr esto se requiere de un BCRP activo. Indecopi debe evitar prácticas no competitivas. Los ministerios sectoriales deben anticiparse a identificar y prevenir las mayores presiones sobre la oferta actual de bienes y servicios. Por último, es imprescindible potenciar rápidamente todos los programas de apoyo a las micro y pequeñas empresas para aumentar su nivel de capitalización y de productividad.