lunes, 29 de marzo de 2010

¿Existen opciones al modelo económico vigente?

La República
Por Germán Alarco Tosoni
Investigador principal CENTRUM Católica

Este año político no podía ser ajeno a los economistas. Ya se inició la disputa en el campo de cuál debe ser el estilo de desarrollo o modelo pertinente para la economía peruana. De un lado están sus defensores y del otro los detractores quienes proponen su cambio, modificaciones mayores o menores al mismo. La problemática de los modelos económicos tiene mucho de técnica (teoría y práctica económica), ideología y capacidad de gestión de las políticas públicas. La economía es una ciencia social, no es técnica pura, ni está libre de los juicios de valor. No existe un modelo y su opuesto. Las variantes y particularidades son muy numerosas. El carácter científico de la economía radica en transparentar todos los supuestos establecidos y explicitar desde el inicio a quien se va a servir.

Elementos para definir un modelo económico

No existe una relación única de reglas, instituciones, mercados y variables a considerar para definir un modelo económico. En la teoría económica las definiciones de modelo son diversas. No hay consenso. En realidad cada modelo económico involucra una posición explícita, implícita u omisión respecto a todo un conjunto de esferas: nivel meta, macro, sectoriales e intermedias, e institucionales. A nivel meta, las diferencias existen entre quienes asumen una posición u otra respecto a temas tales como: ¿cuenta la sociedad con capacidad de planeación estratégica?, ¿existen mecanismos formales de planeación que funcionan?, ¿hay un sistema de dirección estratégica de la economía?, ¿se cumplen adecuadamente todos los procesos de las políticas públicas?, ¿existe una adecuada comunicación interinstitucional?, ¿el reconocimiento social se basa en criterios meritocráticos o patrimonialistas?

La diversidad en los modelos, a nivel macro, se origina en las diferentes respuestas que se pueden dar respecto a interrogantes tales como: ¿cuál es el rol del estado?, ¿la estructura de tributación es directa o indirecta?, ¿es la política fiscal procíclica o anticíclica?, ¿cuáles son las funciones de la banca central ?, ¿cuál es el rol del sistema financiero? A nivel intermedio: ¿existe política comercial?, ¿existe política industrial?, ¿hay o no interés en la problemática de la ciencia y tecnología?, ¿es importante la problemática ambiental y la preocupación intergeneracional?, ¿cuál es el sentido de la regulación y las políticas de competencia?, ¿existen políticas de promoción de la inversión?, ¿son o no importantes los derechos de propiedad. En el campo institucional, ¿existe una política activa de salarios mínimos?, ¿se promueve o no las organizaciones sindicales?, ¿son sólidas o no las políticas a favor de un estado de bienestar (pensiones, salud y acceso garantizado a la educación)?, ¿es o no importante la estructura de distribución del ingreso?, entre otras.

Modelo chino

Es muy difícil señalar cuáles son las variables que explican su éxito. No se trata del conjunto propuesto por la economía convencional. Es central la política comercial activa con enfoque estratégico que comparte espacios con un tipo de cambio real elevado que explican el notable desempeño exportador. Esta política se acompaña de una economía heterogénea, con políticas alimentarias que permiten salarios reducidos en moneda extranjera. Existe intervención estatal a nivel central y descentralizado. Se ha procurado una mejora notable de la infraestructura, de la ciencia-tecnología y abundante mano de obra calificada. Los incentivos económicos son elevados pero con una regulación y derechos de propiedad frágiles. Este conjunto es diferente al modelo de Corea del Sur, al de Taiwán o de Singapur, pero comparten el hecho común de una importante presencia estatal, a diferencia del modelo propio de nuestro país.

Modificaciones al “modelo peruano”

No vamos a analizar detalladamente las características de nuestro modelo económico, pero destaca su orientación primario exportadora, naturaleza desindustrializadora, con reducida presencia estatal (poco gasto e inversión pública), mercados internos abiertos, con reducidas articulaciones internas, intensivo en capital y por ende con poca generación de empleo, y con un patrón concentrador bajo dominancia extranjera, entre otras características. Sin embargo, la cuestión fundamental es si este es viable y sostenible en el mediano y largo plazo, bajo el objetivo último de mejorar la calidad de vida de toda nuestra población actual y de mañana.

Los economistas neoliberales ridiculizan a sus críticos denominándolos como “antisistema” o “antimodelo”. Están muy equivocados. Quién podría oponerse a que agreguemos a nuestro modelo otros componentes como el rescate de ese nivel meta y de las políticas intermedias y sectoriales que comentamos anteriormente. La construcción de una misión y visión de país sobre la base de los intereses nacionales. Que iniciemos una verdadera cruzada nacional contra la desigualdad y la exclusión, más allá de la lucha contra la pobreza. Sin creación de ciencia y tecnología no tenemos futuro ni lugar en el mundo. Hay que rehabilitar las políticas sectoriales e industriales para mejorar las articulaciones productivas. Institucionalizar las políticas fiscal y monetaria anticíclica. Actuar creando empleos de calidad (con remuneraciones adecuadas) acordes con la expansión de mercados y la mejora de la competitividad externa. En fin, aprovechar nuestras fortalezas y oportunidades, incorporando los ajustes necesarios. El reto está en que todos estos ingredientes generen un platillo consistente, nutritivo y que guste a la gente.

sábado, 27 de marzo de 2010

Cuba y China: Un mundo de diferencias

sábado 27 de marzo de 2010

Chile Liberal

El presidente Piñera finalmente condena los abusos del régimen castrista, pero meter en el mismo saco a China y Cuba es un error

China es un enorme socio comercial para cualquier país, mientras que Cuba es una isla pequeña de menor relevancia. Sólo para captar la magnitud de las diferencias, baste recordar que existen 400 millones de usuarios de Google en la nación oriental. El gráfico a la izquierda deja de manifiesto el potencial chino en todo su esplendor.

Mientras que el recién asumido gobierno de Chile correctamente deplora las sistemáticas violaciones a las libertades que se perpetran en Cuba, muchos, especialmente en la izquierda del espectro, acusan doble estándar por el silencio de la administración Piñera ante atrocidades similares en China. Se equivocan.

La distancia entre Cuba y China es sideral. La isla caribeña no ha modificado un ápice su estricto régimen policial, y ante la incapacidad física de Fidel Castro de seguir al mando, se corona a su hermano para continuar con las mismas inaceptables medidas revolucionarias que alguna vez inspiraron a millones a vestir camisetas del Che, dejarse barba y escuchar al Silvio mientras nos musitaban "shh, salta p'al lao, yo soy humanista de verdad, y revolucionario; tú no.". Por otro lado, en Asia, ya Deng Xiao Ping dio inicio en la década 70 a importantes reformas de mercado que comenzaron a abrir al enorme dragón chino al mundo. Cuando Ping declara que "no importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que coma ratones", mandó a su país por el sendero del pragmatismo hacia una suavización de lo más ortodoxo de la ideología comunista, alejándose del dogmatismo marxista à la Castro. Es por eso que no puede compararse Cuba con China.

Nadie cuestiona que abusos como la masacre de Tiananmen son actos abyectos que sólo un estado policial y sanguinario logra ocultar. Recientemente, las arbitrariedades propinadas sobre la población china durante los Juegos Olímpicos fueron otro ejemplo de la brutalidad de este régimen. Todo esto es condenable.

No obstante, este es momento de seguir comerciando con China hasta que la prosperidad y la apertura que conlleva la economía de mercado sean el detonante que mine los cimientos mismos del aparato chino. Si EEUU hubiese suavizado el embargo contra Cuba, la historia también sería distinta, pero mientras la isla fue un conveniente parásito soviético donde podían instalarse misiles nucleares apuntando a Washington DC, no hubo forma de comerciar con ellos, ni tampoco creemos que Castro hubiese --en su dogmatismo delirante-- apreciado las bondades del comercio con el mundo. Es decir, es plausible creer que el barbudo déspota del Caribe no habría abierto su economía porque sabe mejor que nadie que estaría empezando a abrir las compuertas del descontento popular masivo en su oprimida isla. Acá radica otra de las diferencias fundamentales entre Cuba y China: la primera es una nación marxista dogmática, mientras la segunda emplea el comunismo como un útil herramienta para aglutinar una población dispersa y numerosa.

China no es sólo un país. Miles de grupos étnicos, cientos de idiomas y decenas de culturas milenarias sin mucho en común conviven bajo lo que el vulgo llama "China", que en realidad es una frágil y artificiosa federación que aún no cuaja, ni nunca lo hará. La grieta más conspicua es el Tíbet, que si quedase en libertad simplemente derrumbaría todo lo que la Revolución Cultural logró, es decir, formar desde una burocracia centralizada un país enorme y acorralado bajo unas fronteras comunes, que sin la herramienta del comunismo no podría contener un quinto de la población mundial bajo un sólo gobierno. Por un lado, China hace sombra a EEUU porque tiene la población y el territorio para medírsele hombro a hombro. Por otro, si China se resquebraja, sus restos serían varios países que por separado jamás llegarían a formar parte del denominado "G2" (China y EEUU).

La mejor forma de poner presión a China es mediante la contensión, táctica ya empleada durante la Guerra Fría. ¿Condenas? Que haya, y para empezar, que EEUU declare a China un país manipulador de su propia moneda en detrimento del libre comercio. China debe dejarse de exportar y empezar a consumir para así acelerar el crecimiento mundial (lo mismo corre para Alemania, por cierto). El yuan se encuentra artificialmente devaluado un 49%, como científicamente lo demuestra el más exacto de los indicadores jamás concebidos, el Índice Big Mac de The Economist (ver abajo). Ahora que China aspira a ser superpotencia es posible sacarla a la arena mundial, y dejar de manifiesto ante la comunidad internacional sus inaceptables prácticas políticas. Esto es mejor que el aislamiento contra Cuba. Pero la isla lleva más de medio siglo en el estancamiento, sin señas de modernización, al contrario del gigante asiático, por ello las declaraciones contra Cuba deben ser mucho más potentes.

Dejen que Google haga negocios en China, y que luego el régimen se exponga a las críticas mundiales por la censura al buscador en Internet, que recientemente se cambió de www.google.cn a www.google.com.hk, donde operará sin censura. Pero por favor no comparemos con Cuba, donde el aceso a Internet es otorgado sólo mediante permisos de gobierno.

Después de todo, no olvidemos que durante la dictadura de Pinochet, Chile y la República Popular mantuvieron calurosas relaciones diplomáticas: si el Pinocho fue capaz de ver la diferencia entre Cuba y China, entonces cualquiera puede.

domingo, 14 de marzo de 2010

El cuento del liberalismo económico: CEMEX y el Banco Azteca

Por AG - Elgrancomboclub
Publicado el 17-11-2007

Desde que la rebaja arancelaria decretada por el gobierno, el pasado mes, puso a flote lío del cemento y los actores que están involucrados en el (los empresarios cementeros peruanos, en particular Cementos Lima, la transnacional mexicana CEMEX y el gobierno), me quedé pensando en que el asunto no era sencillamente algo relacionado con la competencia en un libre mercado sino que hay algo más detrás de lo que aparentemente es una cuestión de política comercial que afecta la competencia entre empresas. Y es que hay algo que huele a mal.

El conflicto viene de antes de la rebaja arancelaria del 13 de octubre en la que se incluyó al cemento importado. Como lo informa Expreso y Luis Alberto Chávez, esta historia tiene ya algunos años y está pareciéndose a una novela de mafia y corrupción. Los productores nacionales de cemento han denunciado que la entrada al mercado de la cementera mexicana CEMEX obedece a una venganza debido a la negativa de Cementos Lima de retirarse del mercado estadounidense, donde CEMEX opera. La denuncia indica que CEMEX habría entrado al mercado peruano ejerciendo precios dumping por lo que la Asociación de Productores Nacionales (ASOCEM) habría denunciado, en agosto de este año, a CEMEX ante el INDECOPI. Según lo refieren las fuentes citadas y el propio comunicado de Cementos Lima emitido poco después de la rebaja de aranceles, el objetivo de CEMEX sería arruinar a Cementos Lima en el mercado local, para luego comprarla y hacerse del mercado interno y de paso deshacerse de ella en el mercado gringo.

Pues bueno, en este lío hay varias cosas que comentar.

Efectivamente, se trata de un conflicto entre dos empresas, una nacional y otra extranjera por el mercado de cemento no sólo local sino también por una parte del estadounidense. Hasta ahí digamos, que todo parecería natural en un mundo globalizado como el actual donde la competencia por mercados se da a nivel mundial. Sin embargo, la cosa no termina con eso, pues en medio de todo esto va trasluciéndose algo que si me parece grave. Y es la extraña participación del gobierno en todo esto.

Que la rebaja arancelaria haya incluido al cemento en un contexto en el que ya se venían dando las denuncias de prácticas anticompetitivas ejercidas por CEMEX llama tremendamente la atención. El gobierno, a través del propio Presidente García Pérez y del Ministro de Vivienda Garrido Lecca ha respondido a los cementeros nacionales diciéndoles que todo esto beneficiará la competencia en el sector y por tanto a los consumidores finales y que no deben “quejarse” por la política económica que el gobierno está desarrollando.¿Qué hace que el gobierno intervenga de esta manera en una situación como la denunciada por ASOCEM, con el argumento de que hay que promover la competencia, el libre mercado para beneficio de todos?. Sospecho que aquí hay un negocio entre el gobierno y CEMEX que envuelve prácticas corruptas de un lado y del otro.

CEMEX es una empresa mexicana de propiedad de uno de los 11 hombres más poderosos de México: Lorenzo Zambrano.

En este libro del periodista Jorge Zepeda Patterson Los amos de México, tal como lo señala el diario El Universal de México, se da cuenta de las características del accionar de estos empresarios: prácticas empresariales que hacen que los políticos mexicanos se subordinen a sus intereses. Obviamente debe estar hablándose de prácticas corruptas, prebendarias, ejercidas por estos empresarios y que muy bien podrían estar siendo exportadas ahora, desde México al Perú a través de Lorenzo Zambrano y su CEMEX. El Perú estaría siendo terreno fértil para este tipo de accionar con un gobierno como el del APRA que ya ha dado muestras de que le entra a la corrupción sin mayores reparos. Pero, ¿cuál es el negocio que estaría produciéndose detrás?, ¿será acaso la reconstrucción del sur?.

La participación del gobierno en este asunto, con la rebaja “discriminada” de aranceles, las declaraciones del presidente y del Ministro de Vivienda y con el traslado del ministro Garrido Lecca supuestamente, para acelerar a la burocracia desde allá y echar a andar el proceso, son sospechosas. Pero hay un dato más, que haría todavía más sospechosa la participación del ministro Garrido Lecca en este conflicto. Se trata de la denuncia hecha por el ex-Ministro de Vivienda Carlos Bruce quien afirmó que el Banco Azteca, (banco mexicano, propietario de las tiendas Elektra y que en breve comenzará a operar en nuestro país), habría pagado a Garrido Lecca comisiones por conseguir que la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) le otorgue el permiso de funcionamiento en tiempo récord. El ministro se defendió con poca credibilidad pues es conocido que entre el y el dueño del Banco Azteca hay una amistad que data de años anteriores a la participación de Garrido Lecca en el actual gobierno, según las declaraciones del propio vicepresidente del consejo de administración del Banco Azteca, Luis Niño de Rivera.

En el caso del Banco Azteca las autoridades también han justificado su entrada al mercado financiero nacional apelando a la mayor competencia que se generaría como consecuencia de la entrada de este nuevo intermediario financiero y la consiguiente reducción en las tasas de interés para los consumidores.

En este caso como en del cemento, no se trataría entonces de la existencia de una sana intención de incentivar la libre competencia con la eliminación de aranceles, o dejando que otras empresas entren a competir en el sector cementero o financiero sino del ejercicio de prácticas corruptas de los gobernantes locales y de empresarios extranjeros disfrazadas de liberalismo económico. ¿Será que este gobierno ha encontrado una nueva forma de ejercer la corrupción a la que está muy acostumbrado y nos está vendiendo el cuento de que todo esto es para incentivar el libre mercado a fin de beneficiar al consumidor peruano?. No pues, no se trataría de un triunfo del liberalismo como quieren hacer creer, sino un triunfo de la corrupción, esta vez, disfrazada de sensata política económica.

Hay que prestar atención sobre esto, pues de ser ciertas estas sospechas, estaríamos ante una situación grave y seria en la que nuestro país estaría entrando al mercado de la corrupción ejercida por empresas extranjeras (acostumbradas a tener “operadores” de alto vuelo a nivel de ministros) con la complicidad del gobierno.

Enlaces a este artículo

1.Desde el Tercer Piso » LOS NUEVOS PETROAUDIOS Y CARLOS SLIM
28-01-2009
2.El lobbismo en el Perú »
07-02-2009
3.Desde el Tercer Piso » LA GUERRA DEL CEMENTO: INESPERADO GIRO
23-01-2010

jueves, 4 de marzo de 2010

Dos Chiles

La República
Mié, 03/03/2010
Por Humberto Campodónico

El impacto económico del terremoto en Chile va a ser fuerte, pero no parece que pueda afectar el crecimiento del país en el mediano y largo plazo. La producción de cobre –que representó el 48% de las exportaciones de Chile en el 2008– está situada en el norte mayormente y no ha sufrido daños, mientras que el 25% restante está en zonas cercanas a Santiago (minas El Soldado, Andina y El Teniente), informes recientes dicen que las minas ya están produciendo nuevamente.

Por tanto, una vez superados los impactos negativos (infraestructura, transportes, electricidad y refinerías) Chile crecerá y es probable que las inversiones en reconstrucción tengan un efecto positivo en el PBI.

Dicho esto, es necesario detenerse sobre el impacto del terremoto en su epicentro, la VII Región (Bío Bío) y IX Región (Araucanía), las más pobres del país. En efecto, si bien la pobreza nacional solo llegó al 13.7% según la Encuesta Casen del 2006 (10.5% de pobres y 3.2% de indigentes), en Bío Bío y Araucanía la pobreza fue de 20.1 y 20.7%, respectivamente. En muchas comunas la pobreza supera al 35% (ver cuadro).

Pero, ojo, el economista chileno Felipe Larraín (PhD de Harvard y profesor de la Católica de Chile) afirma que la Encuesta Casen es de 1998 y toma en cuenta los patrones de consumo de hogares del Gran Santiago, lo que acarrea serios problemas de medición. Si estos se corrigen, la pobreza en Chile se elevaría del 13.7 al 29%. Así, las cifras de pobreza de la VIII y IX Región serían superiores al 20% de Casen. (“Cuatro millones de pobres”).

En cuanto a Bío Bío, el economista chileno Sergio Boisier dice que “lo relevante de su base económica es su diversificación productiva destacando las actividades ligadas con las áreas industriales, forestales, agropecuarias y de servicios”. Agrega que “Bío Bío tiene el 10% del PBI de Chile (solo lo supera la Región Metropolitana) pero que su PBI per cápita está por debajo del nacional”.

Pero “la desocupación regional se encuentra sobre el 9%, lo que supera el promedio nacional y el de las regiones vecinas. Esto agudiza las problemáticas sociales de pobreza e indigencia y se convierte en una variable crítica que deben abordar las políticas públicas, no obstante de los avances conseguidos a la fecha” (Territorio, Estado y Sociedad en Chile, Universidad de Alcalá, 2007).

Aquí, entonces, ha llovido sobre mojado: es un territorio con un importante PBI forestal y agrícola, pero con un bajo PBI per cápita y un alto desempleo. No han chorreado los beneficios económicos. A lo que debe agregarse que las poblaciones costeras han sido fuertemente afectadas por los tsunamis.

Finalmente, es conocido que el crecimiento económico de Chile está acompañado de una fuerte desigualdad en la distribución del ingreso –el coeficiente de Gini es de 0.52, según Panorama Social de la CEPAL, 2009–, una de las más altas de la Región. Agrega Panorama Social que los chilenos que creen que “la distribución del ingreso es muy justa o justa” es solo del 10%, mientras que los que creen que ésta es “muy injusta” llega al 45%, solo superado por Paraguay (55%).

Por tanto, lo que se viene ahora con la reconstrucción económica es algo que el Chile moderno puede hacer perfectamente. Diferente es el problema de la superación de la desigualdad económica, pues esta viene con el modelo económico de los 80 que la Concertación no cambió en lo esencial. Y no parece que, dados sus antecedentes, el nuevo presidente tenga el enfoque o el programa que se requiere para unir al Chile moderno con el “otro”, el que tiene condiciones de pobreza muy parecidas a las nuestras. Salvo mejor parecer.

martes, 2 de marzo de 2010

Sobre la teoría del desarrollo y el modelo de crecimiento: Comentario a Waldo Mendoza

Actualidad Económica
Martes 2 de marzo de 2010

Félix Jiménez
Economista Ph. D.
Profesor Principal de la PUCP

El debate sobre el modelo neoliberal, para ser completo, debe incluir la discusión de la teoría del desarrollo que fundamenta a un modelo de crecimiento. Sobre estos temas hay abundante literatura que diferencia claramente las teorías del desarrollo de los modelos de crecimiento. Las primeras corresponden a la visión global acerca de la evolución de las economías y sociedades a largo plazo que es propia de una corriente de pensamiento; mientras que el modelo de crecimiento es su expresión formal. No se puede discutir el modelo de crecimiento al margen de la corriente teórica de la cual es parte. El debate que emprendimos, a mi juicio, presuponía que todos identificábamos la corriente de pensamiento neoliberal y que todos sabíamos diferenciarla de la corriente de pensamiento, por ejemplo, keynesiana. No se puede defender un modelo de crecimiento neoliberal (como lo hace Waldo Mendoza) y, al mismo tiempo reclamarse, por ejemplo, keynesiano.

La concepción neoliberal del desarrollo y su modelo de crecimiento

En general, el modelo económico es la forma de producción basada en un patrón específico de acumulación de capital que da lugar a un determinado liderazgo sectorial y de demanda en el crecimiento económico. El modelo económico incluye una estructura de precios relativos, una forma de financiamiento y una estructura de demanda que determinan, conjuntamente, el patrón de crecimiento (quién lo lidera) y el tipo de tecnología que se adopta. Por su parte, estos dos últimos, el patrón de crecimiento y la tecnología, determinan los niveles y la calidad de empleo de la fuerza laboral. Este es un concepto general.

Con base a este concepto señalé que la forma de producción que se orienta hacia las exportaciones en su versión neoliberal implica la liberalización al máximo de los mercados y, en particular, del mercado de trabajo, la reducción significativa de aranceles o su eliminación, y la asignación de un papel subsidiario y neutral al Estado. Específicamente en países como el nuestro la expresión formal de la teoría del desarrollo neoliberal es un modelo de crecimiento primario exportador, con precios relativos clave (como el tipo de cambio real y el salario real) que estimulan la producción de no transables (sectores de comercio, servicios y construcción) y favorecen las inversiones en sectores con alta renta natural, en sectores con mercados cautivos y en sectores exportadores no tradicionales que operan con mano de obra barata y de baja calidad.

Ciertamente, este estilo de crecimiento se impone y se mantiene por una élite de poder o coalición de poder que controla el aparato del Estado. Previamente, para hacer posible este control, las instituciones multilaterales (Banco Mundial y FMI) propiciaron, durante la década de los noventa, políticas y reformas que ayudaron a la constitución de una coalición entre el capital transnacional y el gran capital nacional financiero y minero, junto con una tecnocracia que se «aloja y se alimenta » en los círculos de poder (en el segundo gobierno de Belaúnde, durante el fujimorato, en el toledismo minero-financiero y en el actual alanismo-fujimorista). Pero, sin duda alguna fue la crisis económica espectacular generada por Alan García en su primer gobierno, la que allanó el camino al neoliberalismo.

El sustento teórico de este modelo de crecimiento, es la escuela neoclásica decimonónica remozada con la hipótesis de expectativas racionales de la década de los años 1970s. Esta escuela hace énfasis en la eficiencia del mercado autorregulado y sostiene que las distorsiones en el mercado son originadas por la intervención del Estado. Específicamente, según esta teoría, en ausencia de intervención del Estado, el capital y el trabajo, perciben como remuneración lo que señala el mercado. Y lo que señala el mercado depende de la escasez relativa y de la productividad de dichos factores. Por lo tanto, el mercado libre conduce al pleno empleo de los factores, pues sus precios se ajustan para asegurar que esto ocurra. A nivel del comercio internacional, la teoría sostiene que los países comercian porque tienen distintas especializaciones y que, por lo tanto, pueden beneficiarse del comercio si cada uno produce y vende lo que sabe hacer relativamente mejor.

Esta teoría del desarrollo neoliberal se enfrenta al consenso keynesiano dominante durante los años del Golden Age del capitalismo 1945-1970. Para la escuela keynesiana, el nivel de actividad (de producción y de empleo) esta determinado por el nivel de demanda agregada. Se sostiene que la economía adolece de deficiencias periódicas de demanda y que, por lo tanto, son necesarias las políticas, monetaria y fiscal, para asegurar la estabilización y el pleno empleo. El neoliberalismo --o neoconservadurismo como lo denomina P. Krugman refiriéndose al período que se inicia con el gobierno de Reagan de 1980 en los EE.UU.-- descarta la propuesta keynesiana de una administración activa de la demanda orientada al objetivo de pleno empleo. Si el mecanismo de precios asegura la tendencia automática hacia el pleno empleo, las políticas gubernamentales son contraproducentes. Así, para el neoliberalismo las reformas laborales del New Deal que favorecieron la sindicalización y la mejora de los salarios, fueron distorsiones más que correcciones a las fallas de mercado.

La concepción del desarrollo y el crecimiento de Waldo Mendoza

Waldo Mendoza es un “keynesiano” cuando se trata de la política macroeconómica, pero es un neoliberal de hueso colorado cuando defiende “el modelo de desarrollo de los noventa”. Esta posición dicotómica es insostenible. Carece de rigor. No se puede aceptar, por ejemplo, que a corto plazo la inversión determina el ahorro, como sostiene Keynes en su teoría de la demanda efectiva y, al mismo tiempo, sostener que el ahorro determina la inversión como sostienen los neoclásicos o neoliberales en su teoría del crecimiento.

Cuando Waldo Mendoza celebra que Alan García “Mantuvo el modelo de desarrollo de los noventa”, dice que este modelo hace “énfasis en el mercado externo como fuente de demanda y la inversión privada como fuente de crecimiento de la capacidad productiva”. Pero no nos dice cómo se financia esta inversión. Suponemos, por su defensa del modelo neoliberal, que privilegia el papel de la inversión extranjera; por lo tanto, defiende la especialización primario exportadora y la terciarización de la economía. Esta composición de la oferta productiva depende de lo que “sabemos hacer relativamente mejor” y de las tecnologías imperantes. Y, la demanda que corresponde a esta oferta, que fundamentalmente proviene del mercado externo como él mismo indica, tiene una composición que reproduce (junto a la coalición político social en el poder) una distribución desigual del ingreso. Por eso Waldo Mendoza ignora los elementos consustanciales al modelo neoliberal de crecimiento como son: la política antisindical, la ausencia de derechos laborales y sociales para los trabajadores, el debilitamiento de las instituciones de protección social y la reducción del Estado. Pero también olvida sus consecuencias: el estancamiento de los salarios reales y la expansión del subempleo por ingresos (77% de la PEA se encuentra en empresas de 1 a 10 trabajadores con un ingreso mensual promedio de 600 a 700 soles).

Su particular visión del desarrollo se resume en lo que él mismo dice: “son suficientes una buena administración de la política macroeconómica y un incremento de la presión tributaria”. “En Perú sólo hay que enfrentar mejor los choques externos” y “Elevar sustantivamente la presión tributaria para poder sostener un gasto público mayor en capital humano e infraestructura” y de este modo enfrentar “el gran lastre de que no ha logrado que dejemos de ser uno de los países más desiguales en América Latina”. Pero, ¿a cuánto debe elevarse la presión tributaria o qué nivel de presión es suficiente para dejar de ser un país desigual? ¿Acaso propone una reforma tributaria radical para terminar con la desigualdad?

A modo de conclusión

Con su defensa del modelo neoliberal y su aparente adhesión a una reforma tributaria, Waldo Mendoza ha recalado en una behetría conceptual.